Esa mañana no quiso y no pudo.
Desayunó un café de no ser ni estar.
Rasuró su barba de los parasiempres.
Se lavó los dientes de un nuncajamás.
Se vistió de dónde, como si supiera.
Se ató los zapatos con un qué dirán.
Cuando abrió la puerta de todo su ahora,
gritó un hasta luego por los que se van.
Caminó veredas con sus no te olvido,
y llegó a la esquina de los para qué.
Tocó varias veces el timbre de un basta,
y subió la escalera de los no te sé.
Se sentó despacio en el sillón de un siempre.
Encendió un cigarro sin saber por quién.
Se aferró a aquél libro con rostro de entonces,
y espero su cita con algún se fue.
Desayunó un café de no ser ni estar.
Rasuró su barba de los parasiempres.
Se lavó los dientes de un nuncajamás.
Se vistió de dónde, como si supiera.
Se ató los zapatos con un qué dirán.
Cuando abrió la puerta de todo su ahora,
gritó un hasta luego por los que se van.
Caminó veredas con sus no te olvido,
y llegó a la esquina de los para qué.
Tocó varias veces el timbre de un basta,
y subió la escalera de los no te sé.
Se sentó despacio en el sillón de un siempre.
Encendió un cigarro sin saber por quién.
Se aferró a aquél libro con rostro de entonces,
y espero su cita con algún se fue.