Esa mañana no quiso y no pudo.
Desayunó un café de no ser ni estar.
Rasuró su barba de los parasiempres.
Se lavó los dientes de un nuncajamás.
Se vistió de dónde, como si supiera.
Se ató los zapatos con un qué dirán.
Cuando abrió la puerta de todo su ahora,
gritó un hasta luego por los que se van.
Caminó...