Soy una mujer que viene de familias
matriarcas, por consecuencia, las mujeres han venido a reinar mi vida y también
mi cama.
La más grande de ellas es mi madre, mujer
de justicia, inteligente hasta el encabronamiento, determinante y fuente como un
roble, la amo.
Mi Fénix, esa mujer que ha aprendido a
vivir al límite entre la vida y la muerte, jugando a la ruleta rusa mientras
reparte sonrisas.
Una mujer callada que habla hasta por los
codos, que ha compartido mis locuras por culpa de las letras, ella es
escarlata, a veces tornasol.
Otra mujer de letras, que es capaz de crear
estrellas con el verdor de sus ojos, también cómplice de locuras, letras,
llantos y sonrisas.
La mujer de labios rojos y mirada profunda,
que tiene la habilidad de entregar amor al por mayor, a la quien leo todos los
días, mi mujer, mi amor, mi sostén.
La dama blanca, que se pierde como el sol,
pero cuando me quiero recargar en un pecho, sabe siempre como llegar a
ofrecerme el suyo.
A las mujeres de mi imaginación, que amo y
me aman sin ni siquiera existir, pero que me han dado el placer de convertirlas
en letras.
La mariposa que me enseñó a ser mujer,
amante, esposa, amiga, enfermera, quien me enseñó el camino a la madurez.
Aquellas mujeres en mi vida que me han
enseñado a ser hermana, que a pesas de las diferencias, siempre se debe estar,
amar y respetar.
Las creadoras de estas mujeres, mis
abuelas, robles llenos de besos y abrazos.
Las madres de mis amigos, que sin ellas y
su determinación, no tendría hombres a quien amar y llamarles hermanos.
Las mujeres de mis amigos, que han tenido
el valor de meterse con ellos, y volverlos locos, hacerlos sonreír y amar de
por vida.
Todas estas mujeres de colores, letras,
esfuerzo, música, abrazos y besos, las amo, admiro y respeto, son algunas de
las mujeres de mi vida.
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