“Buen fin”
“Buen fin”
fue lo último que se dijeron físicamente, refiriéndose al fin de semana, cada
quien con sus planes o sus actividades amistosas y familiares.
Ambos se
conocieron en la Universidad desde el primer semestre, sin llevarse mucho, saludos
cordiales, estudiando la carrera de Contaduría Pública.
A partir
del segundo semestre empezaron a llevarse, se sentaban con otra compañera en
los salones de clases.
A partir
del tercer semestre sus encuentros eran en las aulas, así como también fuera de
ellas.
Pasó el
tiempo y a partir del sexto semestre su relación ya no solo sería amistosa y
escolar, si no también laboral. Era época de realizar prácticas profesionales
obligatorias en la escuela y en clase de Control Interno, al realizar el examen
del segundo parcial, el profesor comentó quién quería trabajar con él y algunos
alzaron la mano. Ambos fueron a una entrevista al día siguiente y fueron
contratados por tres meses que se convirtieron en 3 años y medio.
En esos
tres años y medio pasaron enojos y sonrisas, más sonrisas que enojos. Miguel se
caracterizaba por un humor negro que al principio era difícil de entender pero
a nadie ofendía, al contrario, le aplaudían. Se graduaron juntos y convirtieron
esa amistad en hermandad al convivir día con día compartiendo esos detalles con
una amiga de la escuela, como tres socios. Un día, después de tres años y
medio, él decidió dejar el trabajo por una mejor propuesta y Miguel se quedó en
ese trabajo. Al principio fue raro, hablaban muy seguido, chateaban diario y se veían
frecuentemente. Miguel decide a los seis meses salirse de ese trabajo y recibe
la misma propuesta donde trabajaba él.
La
convivencia continuó siendo amena y diaria, amantes de la música ochentera y
varios géneros más, la vida de ambos siempre estuvo llena de música. Él, mucho
más antisocial que Miguel, tiene un grupo de amigos pequeños pero duraderos, un grupo muy cerrado, tanta era su
amistad con Miguel que lo incluyó al mismo círculo.
Después de
varios años llenos de música, números, problemas, botellas de alcohol, comidas,
hermandad y convivencia diaria se volvió un hábito, una necesidad. Cualquier
duda contable o personal eran los primeros en enterarse, y podrían existir
otros amigos que se les podría contar después o con un mayor sentimiento, pero
Miguel y él siempre estaban a una distancia de escasos tres metros para ir a
platicarse o por Skype estando a la misma distancia y siempre, escuchando
música, desde Beatles, Doors, The Who, Madonna, Michael Jackson, Toto, George
Harrison, Benny, Miguel Bosé, Sting, Phil Collins, Fun, Bruno Mars, Gotye, Yeah
Yeah Yeahs, hasta La Sonora Dinamita o Bronco (A Miguel le gustaba de niño y él lo molestaba por su gusto musical.)
Me imagino
que todos han tenido amistades así, normal y casual. Testigos de planes desde ir
a un concierto de Madonna en noviembre en el Foro Sol, o su plan de el día
siguiente, el lunes siguiente, su cita a la visa a finales de agosto, sus
deseos de Miguel de comprarse un Mazda 3 en diciembre, quejas, deudas, planes
de ahorro, planes de viaje, consejos, el deseo de abrir un despacho en cinco
años, cómo se veían de viejos, cómo le pondrían a sus hijos, cómo les gustaría morir, miedos, fracasos, todo.
Él tiene
problemas con el sueño, le cuesta mucho despertar y nunca escucha el
despertador o lo escucha y lo apaga inconscientemente o simplemente se quedaba
dormido y Miguel siempre le hablaba por teléfono para despertarlo, Miguel era
su despertador que le hacía plática para que no colgara y se volviera a dormir,
él manejaba rumbo al trabajo mientras hablaban por teléfono cotidianamente para
decirse su ubicación, problemas de tránsito o un “ya llegué y ya llegó el jefe,
apúrate.”
El viernes
tres de agosto de 2012 Miguel le platicó sus planes del viernes por la noche
que en teoría ya se habían cancelado, Miguel no tenía coche y él siempre le
daba aventón en Periférico en la Glorieta de San Jerónimo en la Ciudad de México.
Ese día lo dejó un poco más delante de su ruta, en Periférico a la altura de
Avenida Toluca. Cantando a todo pulmón “Hope of Deliverance” de Paul McCartney
y “Más de ti” de Benny Ibarra, se bajó del coche y Miguel le dijo “Buen fin” y
él le contestó con las mismas palabras. Una hora más tarde hablaron por
teléfono para una duda contable que tenía con un familiar y al colgar se
dijeron las mismas palabras: “Buen fin”
Horas más
tardes, sábado en la madrugada, pasaron cosas de la vida que son inesperadas,
inexplicables y dolorosas, Miguel dejó de existir.
Después de
un fin de semana doloroso y triste, un lunes sin que sonara el despertador de
regreso al trabajo, ver su lugar vacío y pertenencias personales, simuló
trabajar por unas horas y partió a sepultar a su amigo.
Miguel está
descansando, y él, aprovecha este medio y las letras como catarsis en un medio
de “gente desconocida” que lo entienden más que un perfil de facebook con gente
conocida y/o morbosa.
Hoy él
enterró a Miguel, hoy dejó de sonar su despertador, mi despertador, cambiando
la connotación de un “Buen fin” por un “Buen fin…”
Escrito el 6 de agosto de 2012
Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA