martes, 19 de junio de 2012

Ganadores del concurso #RefránConFábula

Aquí los participantes del 10º concurso de Con Fábula: #RefránConFábula


Los ganadores son:

En primer puesto: @TuAjenaLocura


En segundo puesto: @Recienmentero


En tercer lugar: @TuAjenaLocura


Echando raíces

Nadia Lizette, 2011.

Yo mismo


Te sigo buscando. Me sigo perdiendo. 

Tango



Esos tangos dicen tantas cosas.

...

No hay peor tango que el que da un traspié.

...


Tango toda la vida.


...


Tú tan bandoneón y yo tan guitarra.


...


Si la vida te da tangos, baila.


...


Tango que tocarte.

...


Tango que no es visto, no es baila'o.




Eres

De todos mis males, eres el menos.
De todos mis nunca, eres el de siempre.
De todos mis suspiros, eres el aire.
De todos mis tropiezos, eres la piedra.
De toda mi piel, eres el dueño.
De todos mis pasos, eres la huella.
De todos mis anhelos, eres la inspiración.
De todas mis tintas, eres la indeleble.
De todas mis ganas, eres la más persistente.

Selenographia

En las notas perdidas que hiciera Johannes Hevelius para su Selenographia, sive Lunae descriptio, se dice que añadió marcas poéticas que ya prefiguraban la nomenclatura que se le da a la geografía lunar. Dichas marcas, hoy perdidas, pasaron de boca en boca en la familia de uno de sus alumnos, hasta que la familia tuvo que dejar Danzig (hoy Gdansk), donde el astrónomo nació y murió en el siglo XVII, cuando las tropas soviéticas destrozaron la ciudad tras la Segunda Guerra Mundial. La fidelidad de las notas, así como su origen, es cuestionable, dado que no quedan registros físicos de que Hevelius, efectivamente, las escribiera alguna vez. Además, el traqueteo del latín al alemán moderno, al inglés, al español, seguramente han lastimado su sentido originario, y puede que ni siquiera sean, de cierto, las ideas originales nacidas de la pluma del científico polaco.

Lacus Somniorum: imaginar un futuro posible, todavía invisible.
En el árbol muerto del invierno habita la esperanza: el sueño imposible de sus flores y sus frutos. Así, soñar despiertos es el ritmo creador de la vida.

Mare Frigoris: la muerte por la muerte misma.
La poesía del último aliento, el rapto de la agonía. La lucha del día y la noche; la incapacidad de dejar ir, de soltar(se).

Oceanus Procellarum: odio, desengaño, decepción.
Querer lo que se quiere y no lo que se puede. Condenar a toda la humanidad por lo que un solo hombre ha cometido.

Mare Serenitatis: las segundas oportunidades.
Cada día es una oportunidad de recomenzar, de reinventarse, de resurgir. Amanecer para reinventarse, no para repetirse.

Mare Imbrium: renovación.
Mudar de piel, cambiar de ser de tanto en tanto. La lluvia refrescante que se lleva lo viejo con ella y da paso a lo mejor.

Mare Tranquilitatis: el auto engaño, la mala fe.
La duda mata; la ignorancia deja vivir. Y siempre le vemos la misma cara a la Luna.

Sinus Aestum: cambio, vaivén, transformación.
Ninguna ola es igual a la anterior, y aun así, su monótono vaivén es un cambio estable. Sólo podemos estar seguros de que todo cambia.

Cordón de la Vereda

Caminaba cerca del cordón de la vereda, mirando hacia abajo, buscando nada, perdiendo el tiempo, buceando para dentro, calmando las ansias de cruzar la calle y volverse una cifra más en las estadísticas que recuentan los suicidios en las grandes ciudades. Cerca suyo, casi tocando sus zapatos, una vieja barría empecinada, quitándole el polvo a las baldosas lastimadas por el tiempo y el recuerdo; las viejas que barren nunca explican por qué esa cara de hastío, de otra vez sopa, de domingo nublado, sólo se calzan el vestido más triste y empuñan la escoba como un fusil, y sólo te miran como si estuvieras tan lejos que no pudieran ver claramente tus facciones.
Un poco más allá, dos perros jugaban a enamorarse, pero era una de esas relaciones free, sin compromisos, a tono con la época y la histeria citadina; se mordisqueaban un poco, se alejaban después, se tocaban de nuevo, se volvían a ir, y en sus ojos excitados ni un dejo de “te extraño” y en sus lenguas babeantes ni un poquito así de “nunca te olvidé”.
Augusto metió los pies en el charco sucio y sonrió de costado. El agua barrosa le salpicó hasta el dobladillo del prolijo pantalón pinzado negro, y la vieja barredora lo miró casi con asco, con esa pena ajena que uno siente por los gatos lastimados y los chicos de la calle: pena elemental para el dolor que no nos toca del todo. Él le devolvió la mirada desafiante, y la vieja sacudió la escoba y se metió para adentro. Había recuperado su mirada infantil, su poco miedo a los pruritos, su falta de vértigo, y pensaba disfrutarlo como se merecía: pateando tachos de basura y metiendo los lustrados zapatos de yuppie en ascenso, en el medio del agua podrida de las calles de su barrio.
Había que despertar del todo, y tal vez por eso se quitó la corbata y la tiró hacia donde jugaban los cachorros su touch n’ go canino, y se quedó mirando como el que parecía bulldog la hacía hilachas contra el cemento. Su corbata: símbolo y bastión del disfraz de ganador, se convertía lentamente en un trapo, en un pedacito de tela y le causó gracia pensar en los 1200 dólares que alguna vez había gastado en ella.
Eso era todo, la corbata siempre había sido un pedacito de tela; seda italiana, sí, pero un pedacito de tela al fin de cuentas; ¿cómo alguien puede pagar por algo así, más de lo que le pagan a un jubilado?. Miró a los perros hacerla mierda y se entretuvo imaginando qué pensaría su jefe, qué le diría su madre, qué preguntaría su novia, si supieran lo que estaba haciendo en ese instante. Perros touch n’ go y preguntas imaginarias.
–Definitivamente estás loco muchacho, tenés todo para llegar lejos y estás ahí, buscando la derrota como si te gustara–diría Samuel Jobs, el vicepresidente en jefe de la corporación de nombre conocido y protegido por las leyes de copyright más estrictas; se serviría un whisky con dos cubitos de hielo (only two, always), encendería un habano (cubano, of course) y se tiraría en el sillón masajeador que mandó traer de los States, porque un político amigo le recomendó tratar bien las cervicales. Augusto se imaginó también la sonrisa bonachona, de cura campestre, bamboleándose por el lento contoneo del sillón masturbativo exclusivo para altos ejecutivos.
–Tomáte vacaciones, si eso es lo que andás necesitando, pibe, pero volvé pronto ¿sabés?, porque una vez que te vas, y cerrás la puerta, no te la abren nunca más. ¿Cómo podría explicarle a Mr. Jobs que su teoría sobre los paraísos corporativos lo tenía muy sin cuidado?. Nada menos aceptable que cerrar la puerta para Mr. Jobs, pero qué si además uno le escupía la cara o le plantaba un puñetazo en pleno rostro?, qué entonces si uno le confesaba lo poco que le importaban esos relatos pormenorizados sobre partidos de tenis ganados y perdidos por poco?, y las fiestitas en el country de no sé quién cogiéndose a no sé quién.
Augusto pensaba y la sonrisa cada vez se le hacía más grande.
Los perros hacían ruidos de perros, y él se acordó de aquella canción de Páez “tango, sexo, sexo y amor, tanto tango, tanto dolor, mi vida gira en contradicción...” y la tarareó suave para no interrumpir la pasión canina de jugar a destrozarle su bastión yuppie. Le agradó la sensación del sol pegándole en la cara y se dejó acariciar un rato por la tibieza. Hacía tanto que nadie le acariciaba la espalda; tanto, que pensarlo dolía.
Caricias, eso había que recuperarlo también; manos con pasión adolescente, besos en la frente, de pelos revueltos después del amor, de te quiero mucho y no me cuesta decirlo. Pensó en Carol y en su afectada voz nasal, discutiendo a través del celular con navegador de Internet incorporado, cuántos invitados para la próxima party en The Barbarians (neón, más neón, más vidrios
esmerilados, más neón, art decó, art noveau, todo mezclado, muy de moda muy, lo más parecido a un descenso a los infiernos en 20 minutos y sin escalas), cuántas promotoras para el evento de la productora de cine, cuántos chicos para la publicidad de pañales; cuántas veces le hubiera pegado hasta dejarla sin sentido, para hacerla reaccionar, para decirle “hola, estoy acá, te extraño mucho”.
Pensó en ella y se imaginó la pregunta –¿Me querés decir que te pasa Agus? ¿me podés explicar que fuckin’ shit te pasa Agus?– mirada de no te entiendo y nunca podría entenderte, y mientras tanto con la mano derecha el celular contra la oreja, y cuántos sillones para el living del piso en Libertador, cuántos custodios para el barrio cerrado, cuántas modelos vip para el cóctel de mañana... Se pasó la mano por la frente y la notó sudada. El sol, supuso. Ya no estaba acostumbrado al sol en la cara, a esa caricia en la espalda, a mirar la tarde sin hacer nada.
Se sentó en el cordón de la vereda y la primer carcajada brotó como si nada, y después no pudo parar de reír, y para cuando las risas se habían transformado en lágrimas se dio cuenta que no había marcha atrás, y se asustó un poco.

Abre

se abre y grazna la tarde
el bronce tigre de la tarde
que nos traga

trepa
aprieta
y nos troncha la tripa
la tortura y la traga
nos traga

se está triste esta tarde
y en trozos se está

se está estorbo
y trapo

y es tanto el gris
tanto
y tan prisión tan
graso tan
tortuga

se está entonces
tan en una trampa
tan abrochados a la tierra
tan agrietados
que cómo quisiéramos
en un suspiro
la brisa
para tripularla
para irnos
y dejarnos de brotar
y de primaveras

nosotros nunca quisimos
llegar a flores
a jardín

nosotros
lo que queríamos
eran los peligros de la lombriz
de la golondrina
del perrito

queríamos el trabajo del granizo
la tormenta
y su negrura

que se acabe
de una vez
esta torpeza de gardenia
de trigo

que se acabe

eso nos urge


-.-

Diego Villaseñor
@boca_de_lobo

Coartada

Las horas no pasan.
Los domingos nunca se pasan,
se quedan agrietados en los pies
o se pegan como billetes falsos.
Tengo ganas de verte,
no sé por qué dije a las siete
te quiero desde las seis.
Ya hice un torniquete con las dudas
y ahora la vena sangra,
no tiene por qué doler.
Me estás jodiendo.
Estás haciendo que te extrañe más
y yo voy hacia tu abismo obnubilada
casi presa de la soledad que derramas
casi sin querer.
Soledad,
de altillo y de noches sin luna
de veredas repletas de charcos
y sapos y ranas
y trinos de ave.
Voy hacia vos como certeza de antaño
con una marca en la frente
con mi estigma de Caín
más fulgurante que nunca.
Voy hacia vos perdiéndome en mañana.
Te abro las piernas abriendo el alma
y en mi desnudez me cubro:
esa es mi coartada.

Me hacés bien

Nos separa sólo un cristal
que de tu lado es de prosa
y de este lado es poesía.
Estás sonriendo, lo sé,
tu risa también es mía.
@mariana_aran

Se riega o no crece


Francisco Dospasos

   Francisco Dospasos nació en la segunda mitad de la década del setenta. Hoy cumpliría treinta y tantos, pero murió una tarde de abril hace tres años. Lo sobrevive un señor de pelo largo y bigotes ralos, dueño de doce inviernos y ningún verano. 
   De las causas de su muerte poco se sabe. Las conjeturas son muchas y variadas. Según a quién le preguntes murió de muerte natural o de suicidio desinteresado. Yo creo que cortó sus venas con el filo de su pasado. Aunque a veces dudo, porque era de esas personas que se quieren tanto que pueden mirarse durante horas en el espejo. Quizás se ahogó con los paisajes que nunca había deseado. Quizás murió de soledad, rodeado de todas las personas que lo habían olvidado. 
   Sé que estaba escribiendo un cuento cuando murió, el mismo cuento que comenzó antes de su nacimiento y que nos sigue contando. También sé que no se fue, que esa es la historia que les cuentan a sus hijos cuando preguntan por el padre. Sé que un día dirá a esos niños ya convertidos en hombres “No me fui, miraba por la ventana los ojos de un poema. No me di cuenta y me quedé mucho tiempo callado”. También sé que los niños van a entenderlo, porque, me repito, no se fue. Es que nunca nos vamos, si somos las huellas azules que dejaron unos pies descalzos y cansados. 


Rubén Ochoa

Lobos y Corderos

Hay lobos que cazan por naturaleza y corderos que se dejan atrapar por hábito, pero también hay corderos que cazan lobos por deporte.

Te pienso en letras

He vuelto a caer en el vicio de las letras,
pero con tantas emociones, ¡cómo evitarlo!,
negarlo hace incluso mas daño,
tratar de no pensar solo enloquece más
así que por hoy estas palabras van para ti,
nacidas de las conversaciones que
lograron poner una sonrisa en mi
y de esas veces en las que
una muestra de cariño quise darte,
pero a fuerza de costumbre logré
detenerme a tiempo,
a tiempo de que no lo notaras
y a tiempo de que yo lo lamentara,
pero mas que nada regreso al papel
porque es la única manera de expresarme que sé.

Camille
@Proud_Hika

Huellas


Tan grandes como quieras, tan fuertes, tan tenues o imborrables, Tú decides cuales son las huellas que vas dejando. Como quieres que te vean tuas amigos, compañeros, hermanos, tus hijos, tus amores. Tus huellas que pueden ser seguidas o borradas. Tú decides.

Kerouac se emborracha de amor...

Te conocí en Durango, Tristessa, triste Teresa.
Una cantina en el desierto, una máquina de escribir
y mis bolsillos repletos de anfetaminas.
El color de tu piel no lo había visto nunca yo,
nacido en la Canadá francesa.
Se la chupabas a los gringos barrigudos y colorados
por un sol que no admitían sus genes europeos,
obligados al sombrío surco de una luz siempre oblicua.
Tenía tu boca el rictus de la muñeca hinchable sin aire,
tus dormilones ojos miraban hacia abajo en busca
de un lucero perdido entre basura y lodo, tus manos
eran líneas de ala de mosca volando sin rumbo,
picaduras de avispa tatuaban las venas de tus brazos.
Te conocí en Durango, Tristessa, dulce Teresa.
Y ahora es cuando Dylan hace la canción...


Susi Underground
@SusiUnderground
http://susi-underground.blogspot.com/

No eres tú

No es tu piel, no son tus besos, no es tu mirada la que cautivo me deja, ni tus gemidos, ni tus caricias, ni tu voz, ni tu aliento colisionando en mi cara, ni tus uñas rasgando mi espalda.

No son tus ganas, no son tus deseos, ni tus lágrimas, ni tus piernas abrazándome, ni tus labios humedeciendo mi entrepierna.

No es tu calor, ni tu sudor recorriendo mi piel; no es la química que nos unía, ni la pasión que nuestros cuerpos encendía.

No es nada parecido a lo nuestro, no se asemeja, ni se puede comparar, porque no somos tú y yo; no eres tú a quien abrazo, a quien beso; no te acaricio, ni estrujo en mis brazos, no te miro, no te siento, no te sé… No te amo.

No es tu piel, ni tu mirada… No son tus besos, ni tus gemidos.

No eres tú.

Joel Estrada Nava
@JenEnav
http://jenenav.tumblr.com/

Que dice la mirada?

Le asusta mi mirada triste, porque asume que algo esta haciendo mal. Se pregunta a que se debe esa mirada. Y no le gusta

Un Camino


Sé que a veces suelo pasarme de romántico y soñador.

Que escribo mucho sin llegar a decir nada.
Sé que se necesitan más acciones que simples sueños vagos.
Que quieres una realidad completa, en lugar de esta que está a medias o que ni siquiera está.
Que algunas veces puedes pensar que no pongo atención a algunas indirectas.
Sé que puede llegar a ser cansada y aburrida la espera, o quizás ya lo es.
Sé que a veces suelo preguntar mucho sin dar una respuesta.
Pero tienes saber que esto que siento supera cualquier cosa.
Cualquier tiempo en espera, cualquier duda, o cualquier distancia.
Sé que a veces suelo escribir mucho sin llegar a decir nada.
Que puede ser cansado el camino no teniendo un rumbo fijo y gastando los pasos.
Pero tenemos que saber que esto que sentimos supera cualquier cosa, y que al final, valdrá la pena tanto caminar.

Alejandro Ruiz
@noandesconadie

Vuelve

Deberías volver porque todo todo lo que construiste lo absorbió el cimiento.

Deberías volver ya que el silencio mudó su andar y calló al abismo.

Deberías volver con una interminable lujuria y saciar con tus labios mis voz.

Deberías volver porque el olvido reiterado no es más que una ilusión.

Deberías volver y escuchar mi corazón cuando calla la ausencia.

Deberías volver a construir lo que el viento soñó deshacer.

Deberías volver porque los años están perdiendo su virginidad.

Deberías volver y usar las hojas secas como páginas para nuestra historia.

Deberías volver para darle un adiós a un vil pesar.

Deberías volver y secar un manantial de llanto y humedecerlo con espumarajo.

Deberías volver y encender la luz que quedó dentro de la despedida.

Deberías volver porque la vida es una fiesta y mi corazón un velatorio.

Deberías volver hoy y deshojar el ayer para vivir el mañana.

Deberías volver porque contigo hay un conmigo, hay un nosotros; hay vida.

Regresa a mí.

Roberto Becerra
@OscuroPesar

Cielo de ramas y hojas


Ana R.

Él sabe



Quedarme guardada en el silencio de tu piel callada. 
Así dormida, solo despertando despacio entre tus poros al tacto.

Así en tus manos despertando lentamente entre tus dedos, los poros de una piel que te lleva mucho tiempo esperando.

Así aparte tu arte de llevarme al azul de las palabras que nos envuelven el alma.
así tus manos que acarician como suave terciopelo los ojos con la mirada de los tuyos.

Así te arraigo aunque no quiero, porque te cuelas hondo suspiro que me lleva a guardarte en silencio.

Así quedito llueves mis poros con escaleras de frases hermosas que me llevan de la mano a leerte el corazón de una luna.

Así poco y suficiente para llenar un pequeño espacio que tú vuelves enorme con tus ojos detallando nuestro paisaje.

Así entre café en una tarde de lluvía con la tonada de una guitarra que acompaña de coro el sonido del viento y el crujir de los árboles.

Así en el porche con el viejo sofá de la entrada que muestra lo ancho de la pintura que nos aguarda mirarla.

Y yo en tu pecho tararendo lo que sacan tus dedos de una vieja guitarra intentando llenar mis oidos de lo que escribe tu alma.

Amaneciendo mientras gotas de rocío llegan a llenarnos del olor de una mañana que se despierta a nuestros ojos con tintes de abrazo.

Sí, él sabe, porque el color que toman las letras, llevan el suyo. 
Minúsculas palabras que van abrazadas caminando en armonía.

Él me llevó a su color cuando no deseé mirar sol alguno, que me llovieran las lunas cuando no encontraba consuelo.

En azul me pintó las palabras, suave color de alma que me hizo tocar la suya encontrando la mía, guardada en luna llorando cascada.

En sepia me pinto un paisaje, mientras se enamoró del blanco y negro de los míos. 
No usamos los colores, los guardamos al silencio de las sonrisas y rubores,
en las palabras tan llenas de luz que iban armando escaleras hasta el cielo
donde una tarde cotidiana, el viento nos trajo y nunca más nos soltó.


Silvia Carbonell L.