Quién habla de
amor, preguntó aquel hombre que no aguardaba nada, aquel que en su viaje
escuchó un comentario, un pequeño murmullo, de alguien que hablaba desde la
carne, como si hablara desde el corazón.
Quién habla de
amor, volvió a replicar aquel hombre, ese que curioso hurgaba en lo que no
comprendía, en lo que para él se volvía cada instante en deseo más que en la
voluntad de volverse razón.
Quién habla de
amor, preguntó por última vez aquel hombre, ese que no existe, ese que nunca
habló, ese que también murmuraba, escondido, aquel que no era grito, sino una
sigilosa argumentación.
Quién habla de
amor, sino aquel que siente, que desde lejos ama a quien sin conocer la
enamoró.
Quién habla de
amor, sino las manos, esas que sin tocar su piel, le han escrito poemas de
amor.
Quién habla de
amor, sino sus ojos, esos que la ven sonreír aún cuando la tristeza lo ha
sumergido en un inmenso dolor.
Quién habla de
amor, sino el amor mismo, ese que siendo dueño de su cuerpo desnudo, de sus
caricias, de sus palabras, ese amor que sabe que existe en la sonrisa, en el
abrazo, en la mirada, ese que conlleva a la comprensión.
Quién hablaba de
amor...
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