Podía recorrer ese camino con los ojos cerrados y desandarlo de espaldas cuantas veces quisiera. No había huella en la nieve que no reconociera.
A veces jugaba a perderse o se escondía a la vuelta de la esquina; aparecía serpenteando por algún rincón cuando menos lo esperabas.
Eso sí, nunca le diría a nadie como llegar hasta el final... y mucho menos donde empezar a caminar.
Ester Marfer.
De te quiero es mi grito
ResponderEliminarde te amo mi silencio
de te extraño mi suspiro
de tenerte mi deseo.
Un grito no escuchado
un silencio incomprendido
un suspiro sin motivo
un deseo no cumplido.