Ellos habían sostenido una calurosa
discusión por la mañana, misma que se resolvió después de un café, la mejor
sesión de sexo, un regaderazo y algo para desayunar antes de ir a trabajar.
Todo parecía que sería un buen día, pues al final de cuentas él se fue a su
oficina con una sonrisa en la boca y todo el amor de su mujer en la piel.
Al regresar a casa por a tarde, apresurado
se dirige al estudio de su mujer; donde a ella le gustaba leer, escribir y
trabajar, pues sus actividades le permitían trabajar desde casa y se encontró
lo siguiente en la pantalla del computador.
Tú:
Las cosas sucedieron de una manera que no
puedo decir que fuese inesperada. Seré honesta con mis palabras.
Esta unión que se dio entre tú y yo en
muchas ocasione se sintió más de una vez con una necesidad de reconocimiento
mutuo que de deseo. Llegamos a nuestras vidas en un momento en el que el amor
estaba ausente y las ganas de sentir palpitar el pecho y la sonrisa se hacía
cada vez más necesario.
No digo que nuestro amor y nuestros
sentimientos fueran falsos, o que lo que vivimos no pasó, mucho menos que
hayamos sido una ilusión, fuimos todo y a la vez no fuimos nada, pero sea como
sea, fue hermoso.
Y por eso vengo a dejarte estas letras,
para agradecerte cada una de las sonrisas regaladas, las ilusiones hechas, los
planes coloreados y la idea de alguna mañana despertar entre tus brazos y
sentir que nada falta.
Ese pedazo de vida que compartimos me deja
una hermosa sensación en la comisura de mis labios y una cabeza llena de
hermosos recuerdos.
Te quiero, te adoro, te añoro… incluso
puedo decir que te amé o que te amo.
Pero es momento de partir y enfrentar la
realidad de nuestras vidas. Tú y yo no somos el uno para el otro y se nos hizo
fácil vivir bajo la sombra de esta fantasía.
No te diré que eres maravilloso, porque eso
ya lo sabes, además es horrible que te digan palabras hermosas en la antesala
de una despedida, te obliga a preguntarte “¿por qué si soy tan maravilloso/a te
vas de mi vida?”, no me atrevería a ser tan cruel contigo.
Sin embargo te conocí ave y ave soy también
y las aves nacieron para volar y tú y yo no nos debemos una jaula. Ve y vuela
cariño mío, ve a besar ese cielo que tanto amas; yo haré lo mismo e iré a jugar
a las olas de mi mar.
No me olvides. Te quiero.
El maletín cayó al piso, dejó caer también
su cuerpo con la carta en las manos, dejó correr dos lágrimas y sonrió.
-Vuela mi amor, vuela mi colibrí con alma
de quetzal, que aquí hay alguien que de verdad te ama.