martes, 10 de enero de 2012

Caminar

Se había prometido no volver a suspirar. Y es que hasta el aire parecía lastimarle. Y aún así, suspiró.

Cerró los ojos pidiendo perdón. Perdonándose abrió los brazos y así el corazón. Dio un paso y luego dos. Siguió el camino y luego se perdió.

Se detuvo un instante. "No te puedes perder", se dijo, "si no sabes dónde estás".

Buscó más allá de su nariz una salida, más acá del final lo que quería. Buscó una señal para la partida. Se obligó a partir mientras volvía.

Daba un paso y otro más. Se decía que andar era crear. Inventaba un camino al caminar. Poco a poco dejó de suspirar.

Buscó la primera piedra y provocó la caída. Se sentó en el borde del camino mientras sonreía. Dejar de suspirar es imposible, bien lo sabía.

Abrió las manos y miró las líneas. Lo que aún ignoraba seguro ahí se escondía. "El destino te hace a ti", pensaba y su tristeza deshacía.

Cerró las manos plegando las líneas. Mordió sus puños desgarrando la desidia. Se puso de pie mientras veía disolverse un mediodía.

Pensaba: "Volver atrás no es desandar lo andado. Seguir de frente no es revivir pasado. Caminar, eso sí, es aprender andando".

Miró hacia atrás mirando hacia adelante. Pensó en los círculos, que no son círculos, si sabes escaparte. Pensó, miró, y siguió adelante.

Se detuvo un instante. También quedarse quiero es estar en movimiento. Es dejarse fluir con el planeta y sus misterios. Es no volver a estar en el mismo lugar ni el mismo momento.

Se quedó quieto moviéndose en el intento. Suspiró a pesar de todo y quizás por ello. Se detuvo volviendo a caminar. Sonriendo.

Nadia Orozco y Rubén Ochoa

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