martes, 31 de julio de 2012

Gotas de absurdos



Soy mi propia sombra; 
una que viene de un mundo más rojo 
y lleno de sangre, 
metros de piel, 
costillas y huesos.


Soy mi propio monstruo; 
uno que asoma desde la terquedad, 
con los ojos fríos y que invitan a quebrarse  por dentro.


Agosto se vislumbra como un buen territorio,
cicatrices revolotean entre los pies, 
salivando melancolía ahí; 
justo donde  la nada parece llenarse contigo.


La sensación del vacío dentro del vacío crece inquietante, 
instantes impávidos alimentándose de la oquedad, 
que a su vez se dulcifica en gotas de absurdos. 


Soy mi propio camino; 
uno que viene impreciso 
y que mira de soslayo cada uno de los atardeceres que guardas 
entre lo que piensas y lo que dices.


Soy el  viento desnudo de sus garras,  
un algo domésticado, 
un algo en el que respiras y bebes,
sudor y gotas de sexo recién deshilado,
un halo de aromas y breves bramidos.


Un lugar hundido 
al borde del comienzo. 


Soy yo; 
colapsando dentro de ti, de mí. 


Una historia que lleva a un laberinto
en el que la catástrofe y nosotros
anidamos en el vientre para ser un solo veneno.


Decir también que soy el grito, 
uno que te invoca, 
lleno de vida. 
El espacio en el que juegas. 
El acaso y el ocaso. 


Soy  el lado oscuro, 
ese que susurra entre la colisión de dos mentes. 


El espejo en el que trasmutas 
y dejas de ser tú, 
para empezar a ser yo.


Agosto parece ser un buen comienzo.




Alma E. Palma


Los amantes

"Los amantes", René Magritte, óleo en lienzo, 1928.

No puedes saber
con los ojos cerrados
si yo te amo.

Nunca vería
con los ojos abiertos
si tú me amas.

Adivinamos
creemos, confiamos
que nos amamos.

Miro sin mirar
Mis ojos en los tuyos
Más allá somos

Somos, vos y yo
Naciendo en el lienzo
Ciegos cayendo

Sé que sabemos
Respirar en el otro
Mejor callemos.

Sí es

Cierro los ojos y te veo de espaldas, tranquilo y pensativo, mirando al mar, en un lugar donde el aire es viejo, donde comenzó la historia, donde el silencio es desolador. Me acerco despacito; recargo mi mejilla sobre tu espalda, me aprieto a ti. Siento latir fuerte tu corazón; tus manos buscan las mías y se estrechan con calidez. Suspiras. “No te muevas”, te digo, “quédate así”. El cielo se ve nublado y el mar está picado, esperando una tormenta. Echas para atrás la cabeza hasta que roza la mía. Siento tus dedos entre los míos. Comienza una ligera llovizna. “Quiero quedarme así”, te digo bajito, “sólo un ratito”. Nos quedamos quietos. Es sólo un momento, pero parecen años. Abro los ojos y sonrío. Ese recuerdo, creado en mi memoria, aunque falso, me hace feliz. Tal vez nunca te haya dado ese abrazo; sin embargo, es lindo saber que sí.

Ícaro


Ciudad atormentada


Recuerdos

Recuerdo la calidez de tus manos,
la dulzura de tu voz, tu mirada,
tan soñada, tu sonrisa franca,
tu fresco aroma

Aún retienen mis labios
el sabor que en ellos
dejó tu último beso
pese al paso de los años.

Recordarte me alegra y me desespera
porque aún te amo, y sueño con
volver a tenerte junto a mí
aquí y para siempre a mi lado.

@Madrecelta

Hoy tengo ganas de hacerte daño



Hoy tengo ganas de hacerte daño... mi sangre pinta casi negra dentro de mis venas y clama de ganas por arrancarte desconocidos gemidos; Hoy tengo ganas de domarte al vuelo, de jalar tu cabello y robarte un beso, no un beso suave y cálido como otras veces, si no un beso salvaje y tosco, de brasa intensa, que te muerda, que te hinche los labios y te recuerde quien es tu dueño, que deje la marca húmeda de mi saliva en tu boca y cuando a solas estés… con placentero dolor te acuerdes del sabor de esos besos. Quiero que mis dedos se claven en tu carne, jalarte tan fuerte a mí que casi te sofoques al untarte en mi pecho y te revuelvas cual hembra en celo ante el acero posesivo de mis manos aferrándose a la caída de tu espalda. Voy a tatuar en cada centímetro de tu piel el instinto de mis labios, sin dejar rincón a salvo de la bestia que hoy se te aparece.
Hoy tengo ganas de que respondan tus uñas, de esa forma tortuosa que tienes de arrastrarlas jalando piel y sangre mientras me chupas el aliento en cada beso. Hoy tengo ganas de llevarte por los laberintos oscuros del sometimiento, la pasión y el deseo. De arrastrar mis secretos anhelos por tu cuerpo. De perdernos y encontrarnos en cada nuevo martirio, en cada mordida y nalgada. Que tu garganta aprenda incitantes formas de gritar “Me matas maldito, pero como te deseo”. Hoy probaré tu carne como nunca lo he hecho, te clavaré los dientes y apretare tu cuello; Mas cuando al fin las fuerzas abandonen mi cuerpo…me abrazaré a ti, besando delicadamente cada herida…lamiendo tierno y acariciando lento…

Somos las marionetas de nuestros miedos

it’s gone


he tenido un sueño hoy tarde. las cosas se habían invertido. el azúcar se había convertido en morena. los billetes se triplicaban de la nada (habían tres de quinientos juntos). el sepia, qué no decir del sepia, si era el alimento del sueño. solo sé que al despertar la ventana tenía una fisura pequeña. creo que alguna parte del sueño se me escapó.

El Zanquero y sus bufones

Abrió los ojos.

El cielo estaba sepia, las nubes vislumbraban su textura de plumón que quizás por el tono verde del sol se leían de este color.

La granulosa textura de la arena se impregnó en su piel. Se sintió viva. El agua golpeando sus pies se lo confirmó. Miró sus manos, lo primero que notó fue la palidez que se contrastaba con la liza textura de la novedad.

Cierra los ojos.

Las imágenes comenzaron a caer como en una cascada, tal como la sangre recorre los vasos sanguíneos. Tembló.

La muñeca vestida de negro, sobresalía sobre la tela de florecillas celestes que adornaban la habitación de Julieta. Sobre la cama; su vestido recién lavado, los zapatos aun bajo la cama. La cinta blanca ya había formado un lazo entre sus cabellos, dorados, mestizos, sencillos. Se vistió.

Caminó sutilmente sobre la espalda del caracol que la llevaba de su habitación al living, escalones coloridos. Corredores corredizos, cuadros que hablan, flores que crecen, paredes brillantes. Entró a la cocina, donde el olor a café recién filtrado inundaba todo el lugar; de un salto ocupo su silla, el único espacio vacío en la mesa. Papa en la cabecera, mama aún en la cocina, Justo –su hermano mayor- jugaba con el pan que había tomado forma de avión. Desayunó.

Se levantó de la silla, tal como se sentó – de un salto - y mama ocupo su lugar, Justo destruyo el avión, de tal manera que ahora se había convertido en un barco que navegaba en un mar de jugo gástrico.

En el living ya esperaba su padre, con la biblia bajo el brazo. Mateo 7, 6. 12-14 "Tratad a los demás como queréis que os traten” eran las palabras que tapizaban las paredes desgastadas esta mañana.

Camino a la escuela, el suelo que ayer era de chispas doradas, hoy lo recubrían chocolates de tornasoles pensamientos, árboles violetas, aves de agua, lluvia de algodón, arcoíris de dos colores. Recreo.
Vacía sus bolsillos, hoy no le alcanza para el pastelillo del hombre de aquella canasta, propia de un héroe callejero, de los que tienen capa y espada; de los que merecen ser llamados “Sir”.


Mateo 7:13, 14, Dos puertas, dos caminos, dos destinos. La recibió su papa, esta vez había invadido la espalda del caracol, que la llevaba del living a la habitación. Amén.


1 de Agosto de 1914, Alemania responde con guerra a Rusia -las hostilidades involucraron a 32 países- el árbol del fascismo había acabado de crecer, sus raíces amenazaban con engordar, se anunciaba la muerte, se escondía la vida. Tiembla la tierra, gotas de plomo. Olor a pólvora inundó la cocina, el café se convirtió en una franquicia. La marca de preferencia se etiquetó de rojo y negro. Observó.


El frio se hizo más fuerte que la obscuridad, el silencio fue menos incomodo. La muñeca que aun vestía de negro, ahora yacía junto a Julieta, Justo, papa – con la biblia ahora sobre sus piernas- con su pipa piloteando su mecedora, que estremecía con ese sonido que solo te lleva a pensar en una bisagra oxidada. Mama, extrañaba la cocina; ahora inundada de recuerdos.


Sombras, se delineaban en las anémicas paredes. Sin saber porque le recordaban al dibujo de Justo en su último cumpleaños. La luz del pastel era lo único que iluminaba el living – el caracol también se perdía en la oscuridad- hermoso recuerdo.
La luz se encendió, el caracol camino. Mama sacó un cofre de metal “ábrelo” –susurro- lo agarró con esa ansiedad escondida siempre tras lo inexplorado, ¡un anillo! Su mirada sonrió, la ansiedad se posó en su boca. Respiró.


El vidrio de la ventana había formado una curiosa araña, que le permitió mirar antiestéticos cascos verdes, que se iban apoderando de las calles. Se robó los colores primarios y los invirtió en burlones sombreros de bufón, que escondieron los escandalosos cascos. Las notas de Chopin persuadieron al caracol y lograron llegar al living.


La biblia cayó, al mismo tiempo que justo al suelo, mama miró la cocina, y noto que esta vez la inundo un olor a sangre. Extrañamente salió de su casa el único casco que no logró transformar en sombrero de bufón. Escuchó.


Caminó, disfrazada de paciencia - con los puños apretados – murmullos, disparos, muerte, silencio, sed, hambre, pensamientos compactos. Despliegue tóxico de imágenes. Tomó la biblia, Luc. 13:23, 24, "Y alguien le dijo: Señor, ¿son pocos los que se salvan? Y él les dijo: Esforzaos a entrar por la puerta angosta; porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán"


La muñeca, ahora sospechosa; era la única vestida para la ocasión. Acarició.


En su vestido se habían estampado unas cuantas arrugas, la cinta blanca tomó el color y el olor que toman las cosas viejas, cuando se llenan de recuerdos, sus cabellos se conservaban dorados, mestizos, sencillos. Los zapatos cambiaron de posición, ahora habitaban en sus pies.


La oscuridad opacó el frío. Transitó por las grandes avenidas de gente. Miradas perdidas, abrazos rotos, baños de gas, huesos fragmentados. El olor de la piel en descomposición se impregno en la cocina (vacía ahora).


Levantó la mirada, al mismo tiempo que los bufones su brazo derecho, manos empinadas y un mismo saludo, llegó el Zanquero; sobresalía por la mancha negra en su labio superior, como las huellas que deja la leche. Imaginó.


Abrió la biblia, Mateo 7:12 "Por lo tanto, todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos; esto, de hecho, es lo que significan la Ley y los Profetas". Observaba como el único que aún conservaba el antiéstico casco verde, se camuflaba entre la multitud, que gritaban mientras el zanquero reía.


1918, la fatiga era visible, las fuerzas decaían. Sintió.


El agua golpeó en sus pies, notó que seguía en la playa, el cielo se había coloreado de blanco y negro, las nubes había tomado la textura del algodón y el color del melocotón. Extraña combinación.


Miró sus manos, arrugadas; como si cada recuerdo se hubiera dibujado en ellas. Había llegado su momento, ello lo sabía. Escribió: Julieta - en la arena-.


Abrió los ojos. Despertó.

Karen Ramírez
@ladyblueglu

Con un ’’buenos días’’ que hace parte de su libreto inició la noche.

El día se divide al ritmo de la arena del tiempo y su manera de caer.

Acompañado de una taza de café
Como cualquier amanecer empieza su día,
Ansioso de saber en que calle lo espera el destino.

La mañana ha sido cubierta de gotas de lágrimas que provienen de ríos
De ilusiones que confunden con la cotidiana lluvia
Que escandaliza la ciudad y la brisa que la acompaña,
Arrasando bosques arropados de poemas
Y el ruidoso tránsito que hace temblar fuera del vidrio de la ventana,
Que se confunde con gritos desesperados
Y esconden entre sus cuerdas vocales la melodía de un pájaro.

Dejó las alas encerradas bajo llave en el closet,
Sólo para que no escapen,
Y salió a recorrer la monotonía de un camino estrecho en sueños y fantasías,
Dejando a un lado el deseo de volar.

Con un ‘’buenos días’’ que hace parte de su libreto
Saludó a su oficina que esperaba con ansias su llegada
Para empezar a arruinar su día
Y en el escritorio hecho de madera de Roble,
talló su testamento en siglas por si el pasado lo ataca desprevenido.

El mediodía es acompañado de un vacío que dejó la ausencia,
Ésta vez no había ni rocío de silencio que lo acompañara.

Anocheció en un salto de hoja entusiasmando al soñador
A volver a la cama y en un parpadeo llegar a ella
Y atravesar el único puente inconsciente que acorta distancias
Plasmando un beso que deslice su mejilla una vez más.


 Camilo Villanueva E.
@LetraSilenciosa.

De ida y vuelta


Ideas de ida y vuelta

  •        El palíndromo del espejo termina en sombra.
  •          El palíndromo de mí, termina en ti.
  •          Un palíndromo no se le niega a nadie.
  •          Las olas son eternos palíndromos.
  •          Los árboles son como los palíndromos, nacen y mueren en el mismo lugar.
  •          De los palíndromos aprendí a dar y a recibir.
  •          Los palíndromos nacen, crecen, se reproducen, se reproducen, crecen y nacen.
  •          El 69 no es capicúa, pero es palíndromo.
  •          Los palíndromos nacen y mueren siendo sedentarios.
  •          Los palíndromos nacen siendo eco.
  •          Los palíndromos nacen al morir.
  •          Los palíndromos reencarnan en sí mismos.
  •          Los palíndromos transitan a vuelta de rueda.
  •          Los palíndromos son fantasías textuales.
  •          Los palíndromos son familiares, siempre regresan a sus raíces.
  •          Los palíndromos son bipolares.
  •          Los palíndromos son infinitos.
  •          El abrazo fue el primer palíndromo.



Por Pepe Aguilar Alcántara
@PepeAA

Diente de león


    Prendo un pucho y salgo a caminar. De los placeres nocivos de antaño, el único que me queda es el de clavarme en el pecho el cilindro verdugo de un cigarrillo negro.
    El falso sol de este invierno sonríe en el amarillo de un diente de león que ignora al frío. El viento del Este me despeina cuando me arrodillo para mirar más de cerca la flor que se escapó de uno de mis libros preferidos.
    Dejo escapar el humo junto con un suspiro. Me pregunto si Clarisse pasará por aquí esta noche. Quizás se baje en la próxima esquina del colectivo donde se encontró con Diana. Quizás sus pasos la lleven a donde se enfrían los míos. Quizás se encuentre con ese que fui, o que pude ser, ese que nunca más seré, y me acompañe de regreso a casa. Quizás corte este mismo diente de león y ensaye ese juego de niños. Y cuando eso pase, cuando me pinte de amarillo, será porque quemar ya no es un placer. Porque hace casi un año que volví a ser un niño.

                                                   Rubén Ochoa

La despedida

Yo no sé si he vivido, o partido lo suficiente
sabrá mi alma, arañando las paredes del cuerpo
las miradas que creí mías las recuerdo cristalinas
y los otoños atrapados en cada repetición del tiempo
en los horizontes de los sueños chillan los rieles infinitos
orillando nuestros pasos, cerrando los caminos
destino caprichoso, de los días, de los tiempos, de la vida y de lo eterno

De esa misma estación he partido y he vivido tantas veces...
anudaría nuestros dedos si pudiera , y mordería tus labios
hasta brotar de tu boca, una enredadera que del tiempo nos resguarde,

y nos llene de rosas y con cada rosa el recuerdo

de besos y de espinas, porque duelen

He vivido y he de partir amor mío! los otoños ya no pueden esperarnos
el suelo necesita de las hojas y que los árboles lloren con nosotros
El agua que fue blanca mientras nos vestía, se vuelve tirana...
en mi casa sin paredes, sin silencios que no me dejan llorarte
entonces es ahí cuando desnuda, cada día, cada ducha desdichada
me encuentra mi sollozo más profundo
sonoro encanto que ahora me hiela el alma...
tu voz perpetua es melodía, las pestañas empapadas de tristeza
las tuyas, las mías, la mirada...que no pudo
despedirnos.

Yo no sé si he vivido, o partido lo suficiente
en los mortales terrenos colapsa el desatino finito
no llores amor mío, no llores te lo pido!
demasiada tristeza abunda entre las calles
tus manos han sido sangre al igual que lo son mis lágrimas rotas
prométeme que me olvidas y viviré de ese olvido
cuando el tiempo no sea muralla y el martirio del amor
inocente!

encuentre consuelo, el amor, nuestro amor se eleve...
y en los claros de una mañana logremos despedirnos
ya sin ser espina y rosa...como clavel del aire se abracen los suspiros.

Tatiana
@m_maraia
matildeyelmago.blogspot.com

Raíz.





Quieta,
silencio florido de ave serena,
sirena de aires donde el azul es nuestro segundo sol,
círculo roto.

Ya ida dejas las orillas y te sumerges entre el pecho.
Ojos entrecerrados,
el espiral toma tu nombre, respiras y me columpio en el vaivén de tus vientos;
allí me quedo, acá, en tu allá.

Te tumbas sobre la hierba sosteniendo el cielo con la mirada,
te acaricio mientras asciendes y soy las alturas,
nube pasajera de sí misma.

 No es que todo lo eleves, es que las cúspides descienden para admirarte


Alexander Gnomo. 

Se Busca

Nos hacen falta sueños que se puedan concretar, risas que contagien, abrazos que contengan de verdad, y miradas enamoradas. Buscamos bocas que besen tiernas, manos que acaricien con pasión, palabras que digan lo que sienten y corazones que sepan sentir lo que dicen.
Si usted es un príncipe que quiera dejar encantada a su princesa, tenga a bien presentarse a la brevedad en este cuento de hadas en donde los ogros ya hicieron demasiado daño, y las brujas malas nos hechizaron de tristeza, pero todavía nos queda un reino de esperanzas y ganas de brindarlo todo hasta al final.
Si usted es un príncipe que no tiene miedo de desenfundar la espada para protegernos y enfundarla para dejarse proteger, sepa que en este castillo hay princesas que no sólo sirven para brindar calor, sino que también saben ser de fuego; que no esperan ser rescatadas ni rescatarlo, pero sí se dejarían hacer realidad por alguien que sepa ser real.
Ofrecemos honestidad en cada latido, sinceridad en cada sonrisa, confianza mutua y ganas de apostar al futuro, por más incierto que sea. No prometemos ni esperamos juramentos, pero sí amamos con la intensidad de un para siempre día a día.
Con corazones dispuestos a ser habitados de inmediato, solicitamos que presente garantía de fidelidad, y sepa firmar con seguridad.

Rayos de esperanza



Sonría, lo estamos queriendo

Si pisan charcos de felicidad, por favor salpiquen.

No me importan

No me importan los nombres
si cuando los nombro
me saben a poco.

No me importan los rostros
si cuando los veo
me callan de todo.

No me importan los verbos
si cuando los uso
me dejan vacía.

Me importa la gente
que cuando se acerca
se queda en mi vida.

Yo te avisé

Entre amar y el mar, somos tormenta


Entre el sonido de (a)mar y tus pasos llegar, llega la vida y la humedad.

A paso lento y firme llenas la habitación de ti. Hueles a sal, a hombre, a arena, a tormenta.

Entre tu voz y la ansiedad, con las prisas por quemar, llega tu fuego y tu piel comenzando a calentar.

Se eriza, se electrifica. Tus manos amenazan con tocarme y ya soy agua. Tus ojos de fuego observan estremecerme y ya soy mar.

Entre tu rostro y tus ojos, tu cuerpo y tus manos ya no sé que más me quema, sí es tu noche que humedece a mi noche que lo espera.

Es tu sudor deslizándose por esa piel que se contrae para darme placer. Es la luna pintando tu piel de luz y sombras en cada movimiento.

Son tus manos pintando mi cuerpo, es mi piel ardiendo desde dentro y mis manos buscando al constructor de mi cielo.

Son tus brazos arrebatándome con fuerza hacia ti, arrinconándome contra la pared y mis piernas abrazando al constructor de mi infierno.

Y si tu cuerpo que arde, vino a mí para incendiarse que nos abra el infierno que hemos venido a llenarle de todos los pecados del mundo, de todos los fetiches ocultos, de todos los pudores desnudos, y de las pieles que permanecen insaciables.

Estamos hechos y la habitación deshecha, ya no existe. Somos tú y yo suspendidos en éxtasis, espasmos y sudor. Sedientos de noche, hambrientos de tiempo.

Con las ganas puestas y los cuerpos disueltos, somos humo, somos fuego, somos viento y manos con bocas ardiendo.

Somos uno, somos todo. Esta noche de mar llegó a media luz para hacernos siluetas de humedad en la intimidad.

Silvia Carbonell L. y Ana Rojas

Lugar de encuentro



Anochece, y vuelvo a encontrarme con aquellos ojos que se quedaron en mis recuerdos.

Los mismos que hacen de luz, en el camino que nos lleva de regreso.

Es como si ni tiempo ni distancia hubieran detenido nuestra historia.

Como si el viaje continuara en nuestras miradas entrelazadas.

Veo tu boca, es la misma de siempre; siempre sabiendo que decir, y siempre sabiendo donde estremecer.

Y es aquel temblor que brota de tu piel, que hace que nazca en mí el deseo de habitarte. Te vuelves un peligro constante.

Veo tus manos, son las mismas de siempre; siempre sabiendo donde tocar, y siempre sabiendo donde hacerme morir.

Y mueres en mí, como el incendio que eres, y del momento fortuito que ambos dejamos, quedan los restos del deseo latente.

Los restos, hechos cenizas. Esos vestigios que siempre nos traen de regreso a la piel ya conocida. Tu piel, que ya me sé de memoria.

Amanece, y nos alejamos, nos desprendemos para retornar al viaje, anhelando ver en nuestros ojos el momento aquel, donde todo vuelve a empezar, en nuestros recuerdos, en la misma piel.


Ana Rojas y Ronald Dávila Lara

Pellizquito de luna


Ana R.