Desde aquí te veo irte en silencio.
Tus silencios llevan sabor a dolor y palabras muertas.
Mueres como la hoja caída que nunca pudo ser escrita.
Escribes caminos de piedras tropezadas.
Tropiézame por última vez y por primera vez, a media luz y con toda tu luz,
a gritos y a murmullos, vertical y horizontal.
Y después, vete en silencio, para siempre.
Ana R.
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