Entonces cayó la noche, desnudándola, excoriándola
dejándole la carne viva.
carbonizándole los huesos, llenándole las uñas de piel tibia.
Y el aliento chasqueando, resbalando desde la garganta,
mirando el vacío de la cuencas oculares
que yacían rebosando laberintos llenos de dolor.
Fue entonces...