martes, 31 de diciembre de 2013

Tarde en tu casa

Mientras el tiempo sin piedad avanzaba se
escuchaba desde la calle el pito de los carros,
el trinar de las aves, el llanto de un niño y hasta
el movimiento de los muebles del piso de superior.
Allí en ese entorno estábamos nosotros,
solos en tu casa y carcomidos por
un sentir llamado pasión.
Los besos y caricias inocentes se iban transformando,
se dibuja en nuestra cara el deseo,
tu cuello parecía ser el destino ideal para mis besos,
mis manos recorrían tu cuerpo aun cubierto
y tus piernas temblando me decía que
algo en tu interior te estaba tentando.
De repente estábamos allí en tu cama,
la inocencia de la misma y ahora con la música de Arjona
parecían el lugar ideal para transformar esos besos
y caricias en la pintura del amor sin medidas.
El calor nos quemaba la piel y no era por el sol,
era esa llama de pasión que nos envolvía la piel,
y así hasta que tu blusa y brasier pasaron a
formar parte de la cama y ya no de tu cuerpo.
Mi camiseta la perdí entre tus besos ardientes,
nada parecía poder detener nuestros deseos,
las palpitaciones a mil, tus piernas temblorosas,
nuestras caras haciendo un poema a la locura,
y por vez primera vi tus pechos descubiertos
y fueron míos desde aquel momento.
Mis besos recorrieron desde tu cuello y se
dirigieron hacia el sur pasando por
aquello llamado pecho pero que para mí aquella
tarde era la expresión más sublime
del arte en el cuerpo de la mujer.
Quería que fueses mía, y llevarte a lo desconocido,
pero decidiste darle pausa a la pasión,
y hoy admito que fue tu mejor decisión,
la espera sería parte de aquel momento único.

Simbaña Santiago
@saalsilo

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