Hoy llegó el cuarto. Nadie quiere abrirlo.
Pensamos que era una maldición. Cosa de brujas, como dijo Mariano. Pero ahora Pablo está realmente asustado. Unos días atrás, para burlarse de nosotros había escrito en un papel: “incendio” y lo tiró anónimo por debajo de la puerta de la oficina. Ese mismo día, aunque siempre fui muy cuidadosa, una colilla de Marlboro prendió fuego mi cesto de papeles. Nos reímos, y no le dimos importancia, pero cuando llegó el segundo: “pié quebrado”, y Marita se cayó por la escalera, ni siquiera esperamos su llamado desde la clínica, porque sabíamos que estaba fracturada de antemano.
Nos confesó su autoría cuando llegó el tercero: “corre sangre”, y Manuel se cortó el pulgar con el abrecartas. Temblaba Pablo, y obviamente no le creímos una palabra, pero él porfiaba que era cierto. “No mandes más”, le terció Mariano. Pero él dice que no puede detenerse.
0 comentarios:
Publicar un comentario