Se sienta frente al laberinto, y sus ojos adquieren brillo, adquieren sabores inciertos, se llena de ámbitos desconocidos.
Se levanta, el laberinto y sus ojos, en ese mismo momento, cobran su brillo, los sabores inciertos se llenan de ánimos.
Ahora toma el espejo, y nada, una transparencia en el vidrio, un breve aniquilar de reflejos.
En el espejo todo, ella viste la transparencia del vidrio. Eternidad y reflejos sellados.
Ella, ella y sus mil encantos, con mil violines que suenan cada vez que sonríe. Una duna comienza a husmear la escena.
En esa duna de arena, ella, la reina, comienza a robar la escena. Los violines tocando mientras el paisaje se queda observando.
Con un vuelo absurdo, vienen bajando unas alondras blanquísimas, esperan y se posan sobre un fragmento minúsculo de tiempo.
Hacía de lo absurdo un milagro, donde las blancas alondras de la nada esperaban mientras ella posaba sus manos. El tiempo esperando mientras tanto, fragmentado.
En sus manos hay un par de letras, entonces las letras dan un brinco y van escalando hasta sus ojos de laberinto.
Se quedan viviendo en sus ojos las palabras que nacieron de letras de cualquier parte. Escalando o caminando, ellas van armando el poema.
Silvia Carbonell y Dennis Romero
Nos quedó hermoso!!!:D
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