Cuando niño le gustaba esconderse en el establo y mirar un punto fijo. Eso lo calmaba. Ya adolescente hablaba sin sentido, y es que Johan había nacido con la obsesión de la alquimia en sus venas, y ese no es justamente un tema mundano de conversación.
Se casó con Siri, Frieda y Harriet, y tuvo regordetes descendientes con todas ellas. Justo él, hijo de un comerciante autoritario y una criada sumisa, ¡tropezando tres veces con la misma piedra que se juró saltar!. Sólo en 1884 cuando se publica “Casados”, un duro ataque a las relaciones
matrimoniales, logra expiar su tormentosa infancia.
Diez años después dicen que nadie lo entendía mejor que Nietzsche, y su manía persecutoria le hacía creer que moriría envenenado. Esquizofrénico y misógino, ídolo en su Suecia natal, desde la primera coma de su primera obra supo que sería exitoso.
Pocos saben que Strindberg se comía las uñas.
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Johan August Strindberg (1849-1912)
Escritor y dramaturgo sueco. Considerado como uno de los escritores más importantes de Suecia y reconocido en el mundo, principalmente, por sus obras de teatro; se le considera el renovador del teatro sueco y precursor o antecedente del teatro del absurdo.
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