Tu verdad no; la verdad
y ven conmigo a buscarla.
La tuya, guárdatela.
Antonio Machado
Hace poco participé de una de esas típicas discusiones en las que se hacen malabares con dos principios fundamentales a toda democracia: la libertad de expresión y la no discriminación. El tema en particular surgió por un post de Facebook en donde pedía (yo pedía, y un montón de gente también) que algunas tiendas on-line de libros suspendieran la venta de un ejemplar que se presentaba como la cura (sic.) para la homosexualidad. Alguien comentó que quizá pedir esa suspensión era contrario a la libertad de expresión, porque ese autor (y el grupo que sustenta esa creencia y otras de ese tipo), tenían el derecho de expresar su opinión respecto al tema.
A veces se nos olvida que todo derecho tiene límites. En algunos casos, no está muy claro dónde están esos límites, y no es sino hasta que se nos presentan casos extremos como este en particular que nos damos cuenta de ello. Sin duda cualquiera está de acuerdo en la libertad de expresión: uno debería tener el derecho de decir y expresar lo que quiera, sin que nadie le reprima o censure. Sin embargo, en un caso como el que describo arriba, es claro que “lo que quiera” propone en principio la discriminación de un grupo que tiene una preferencia sexual determinada. Si algo nos enseña la historia es que el germen del autoritarismo está en la discriminación, y, también en principio, la no discriminación debería ser el límite de la libertad de expresión.
A fin de cuentas, libertad de expresión no quiere decir que uno puede decir lo que sea, porque “lo que sea” es un criterio laxo, y en una democracia como la que esperamos construir en el mundo, los criterios de tolerancia, respeto e igualdad son los que marcan los límites de la convivencia política y social. Por eso pienso que es necesario, de vez en cuando, hacer un ejercicio de pensamiento para tenerlos claros. Así que, me parece, la homofobia, mucha o poca, queda totalmente fuera de esos límites.
Nadia L. Orozco
Ese libro a mí no es que me ofenda, que estaría dentro de la libertad de expresión, sino se me insulta debido a una opción que yo no elijo. Creo que ahí está el límite de la libertad de expresión.
ResponderEliminarPor otro lado, los que defienden que cada uno es libre de opinar o escribir lo que sea incluso si son insultos o discriminaciones varias, deberían tener en cuenta que criticar al que dice no a ese tipo de ataques es otra forma de coartar la libertad de expresión. El autor es libre de escribir el libro y publicarlo, al igual que yo soy libre de pedir que ese tipo de idea no se divulgue porque atenta contra mí personalmente.
¿Ellos son los que defienden la libertad de expresión coartando mi opinión en contra de algo, por muy libre que sea?
No al libro que dice tener la cura de la homosexualidad, y No a los establecimientos que lo quieran vender. Es sencillo porque ya no es mi opinión, es lo que siento.
Un abrazo. Estupendo Nadia.
Es cierto que todos tenemos derecho a la libertad de expresión pero ¿dónde queda el respeto?
ResponderEliminarComo bien dijo Benito Juárez -"Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"
Y coincido con Julio, <>. Justo ahí esta el limite.
No al libro, No a los establecimientos que lo vendan.
Gracias Nadia. Un beso
Es cierto que todos tenemos derecho a la libertad de expresión pero ¿dónde queda el respeto?
ResponderEliminarComo bien dijo Benito Juárez -"Entre los individuos, como entre las Naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz"
Y coincido con Julio, *No es que me ofenda, sino se me insulta debido a una opción que yo no elijo*. Justo ahí esta el limite.
No al libro, No a los establecimientos que lo vendan.
Gracias Nadia. Un beso
(El anterior estaba incompleto)