El fin de un año… los propósitos, las uvas, la fiesta, los gritos, la cena, las campanas, la emoción de cambiar de año con la ilusión de nuevas oportunidades y nuevas aventuras. Las doce campanadas comienzan marcando sin piedad el final de una etapa, y sin más, ya estamos en otra época.
Mi fascinación de festejar el final y el inicio radica en el contraste; la euforia de la noche que termina y la serenidad de la mañana que inicia se confrontan.
El inicio de un año… recorro la ciudad y no hay rastro de esa noche loca, las calles que ayer parecían otras, hoy están calladas, sin transitar, muertas.
Cada día el año va tomando su ritmo, va tomando velocidad y nosotros vamos envolviéndonos en su cadencia hipnótica… y de pronto, en un suspiro, llega el fin del ya no tan nuevo año.
Ana R.
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