martes, 3 de enero de 2012

Uno


Uno va con el corazón en la mano. Así, como si no doliera habérselo quitado a Una. Lo deja en un mostrador, en donde lo examinan, lo miden y lo etiquetan. Finalmente ellos dicen una cifra, y Uno tiene vergüenza de mirarlos a los ojos cuando acepta. Los billetes en el bolsillo, y la sensación de haber pecado. Eso siente Uno. Las dos cosas pesan por igual. Es su primer corazón, Uno es inexperto, y tal vez por eso se va cabizbajo. Antes de dormir, Uno piensa que debió mirarlo por última vez, decirle algo, despedirse al menos. Pero como después es tarde, entonces se vuelve nunca. Ahí se quedó, en El Depósito, el corazón que Uno tuvo entre sus manos. Se siente extraño Uno, por más que le dicen que pronto encontrará otro corazón que le llame la atención. No sabe que a eso, antes, lo denominaban coloquialmente: amor.

2 comentarios:

  1. Hace mucho leí este fragmento y me encantó, y ayer lo recordé y lo busqué hasta que por fin lo encontré. ¡Qué bonito!

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