martes, 21 de febrero de 2012

Yo, tormenta.




Se deshacen, se ahogan. Se tornan en lluvia; mis manos, mis destinos olvidados. Son charco y agua abandonada. Mis manos, mis pies. Ya no son.

Son delirios insomnes, madrugadas vespertinas. Soy amanecer regado por rocíos, ríos de de nubes que cubren las lunas en Júpiter.

Y mis piernas de agua, de oxígeno e hidrógeno, mis piernas escurridizas, ya no me sostienen ni me aseguran el camino. Mis manos, mis pies no respiran, asfixiados entre mis piernas.

Agua agotada, derrumbada.

En este camino embarrado, ando descalza. Empapada bajo el aguacero de estrellas que Venus mandó desde la Luna. Navego desnuda por estos mares de piernas desmañadas.

Y ser lluvia, mudar la piel y convertirme en tormenta, tempestad. Y ser lluvia otra vez, suave sobre el camino, los ríos y la mar. Dejar de ser tormento y mudar la piel por la calma que se avecina.


Ester Marfer.

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