Pudiendo pensar en ti
Más bien escribo para ti
Y aunque tiritan los astros, azules, a lo lejos
Y aunque desde lo lejos me oyes, y mi voz no te toca
Y aunque nunca me gustaste callada… ni ausente
Aún a la distancia me sabe a mí el silencio de tu boca.
Pudiendo pensar en ti
Más bien escribo a tu recuerdo
Y aunque sea verdad la vida, con campanas y palomas
Y aunque se desangre el día por aquella dulce rosa
Y aunque duerma bajo la rosa tu cuerpo de marfil
Aún ya sin verdad y sin palomas oigo en mi alma tu sangrante aroma.
Pudiendo doler de ti
Más bien me duele por ti
Y aunque escalan las madreselvas por las tapias de tu jardín
Y aunque oscuras las golondrinas el vuelo no refrenan
Y ante las lágrimas del día y el altar del desengaño
Aún de rodillas no me perdono… ni me perdonan.
Pudiendo olvidarme de ti
Más bien ya no te recuerdo
Más bien te busco en el vacío
Y entre los astros y los sueños, que son tus sueños y no míos
Y entre los cuentos, los aromas, las campanas y palomas
Y entre los jardines, los cristales, los balcones y las rosas
Y entre lo que me quedo y lo que te guardo
Y bajo el recuerdo y ante el silencio
Te sigo esperando.
Pudiendo soñar contigo
Más bien intento no dormir
Porque entre el obscuro sueño y el tétrico muro
Porque entre las sombras, los espejos y tesoros
Porque no puedo fingir con las lunas, ni los mares, ni los ceros
Porque pura, en desventura, en amargura
Porque ni ésta ni otra noche
Porque aún en la atadura de mis sueños sin reproche
Eres tú… y no quiero que seas otra… aunque seas otra y también tú
Pudiendo escribir de ti
Más bien respiro sin ti
Más bien te guardo para mí
Porque existo para que exista el vacío que dejaste
Y me condena la vida para velarlo
Porque tu recuerdo no se ahogó en mi llanto
Pero se irá apagando con tu dolor
Y los versos serán menos tristes
Y, cual ausente, tu silencio ya no callará
Y las pinturas del marfil se irán perdiendo
Y se fugarán la sangre y las palomas
Y llorarán las campanas, y los días y las rosas
Y emergerán los sueños, los tesoros y las sombras
Y volverán las golondrinas, pero no sabrán tu nombre
Y fingiré, una vez más, con las lunas, con los mares y los ceros,
Los espejos, los altares y los sueños
Fingiré que ya no hay llanto, que ya no hay duelo
Que ya no hay odio… y no hay desvelo…
Y bajo nuestras cenizas
Y entre tu vacío y ante el silencio
Te seguiré llorando.
Amnael Orozco
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