Fui libre, fui mar y arena. Nos sentábamos en orillas, precipicios de acantilados y terrazas de verano, para ver romper las olas en nuestra risa. Fui feliz y me ponía triste cuando el sol se ocultaba. Me alegraba ver el reflejo de tus ojos en la luna, me alegraba ver el reflejo de mis manos en las tuyas. Fuimos un yo, un uno y un todo.
Bailaba cada noche en tu piel, pisando con cuidado tus suspiros para no despertar la mañana. Bailaba libre, siendo playa, siendo atardeceres. Grité a la noche, a las estrellas, que no nos abandonaran al salir el día porque también me ponía triste ver la luna desaparecer de nuestros cielos, de mi mundo. Me hacía feliz verla crecer y menguar en el reflejo de tus labios.
Fueron mil soles y mil lunas. Somos, tú y yo, un simple recuerdo de aquel verano.
Ester Marfer
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