El cielo y el infierno en un minuto.
El ángel sopesando posibilidades, analizando excusas, perdonando flaquezas, aguzando el oído para los porqués. Pero también preguntando cuántas veces más, a dónde lleva tanto desatino, para qué sirve si hace daño, por qué quedarse si provoca dolor.
El diablo pregonando una claudicación inapelable, buscando las aristas más vulnerables, golpeando testarudo en las dudas, nublando la visión, sembrando celos. Pero también preguntando hasta dónde correr el límite, hasta que punto logra un equilibrista mantenerse indemne sobre la cuerda que se está rompiendo.
El uno, sosegado, moderado, ofreciendo una salida digna, rogando un liso y llano “basta”. El otro alzado en armas todo el tiempo, arrebatado, compulsivo recurrente, socavando todo intento de alejar el temor a sufrir otra vez.
Al final te llamé, y el infierno se mataba de risa.
El ángel me miró y me guiñó un ojo.
Por eso sigo sin entender.
No se cómo no había pasado antes por acá. En todo caso, subsanado el error de pronto me ecuentro con este texto y me siento absolutamente identificada.
ResponderEliminarSomos contradicción básicamente, es el rasgo más profundo de humanidad que tenemos.
Todos somos ángel y demonio.
Siempre es placentero leerte y disfrutar de tus letras Mariana. Un abrazo.
Un abrazo enorme Noni! gracias por pasar y leer y dejar tu huella que siempre es bienvenida. Y a ver cuándo te tenemos de "huésped" con tus letras. Un abrazote.
ResponderEliminarNada más atinado a todo lo que hoy siento
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