Palabréame esta
- Azotada por mi léxico.
- Esposada a tu semántica.
- Enredada en mi significado.
- Perdida en la métrica de tus versos.
- Volteada por mi rima.
- Ensimismada con tus diptongos, alterada por tus hiatos.
- Tildada de salida en mis puntos y aparte.
- Hambrienta de tu domino de la lengua. (Te miro, te admiro. Sedienta y hambrienta. Viva la lengua española, viva la lengua hambrienta.)
- Salivan tus letras por alcanzar el sabor de mis silencios.
- Me escondo tras tus vocales que arden por mis consonantes; tú y yo, asonantes.
- Sudan mis sílabas al amarrase a tus encabalgamientos.
- Yo descanso a las sombra de Tu T y tú te columpias en los arcos de Mi m.
- Soy letra condenada a no tocar tu lengua.
- Somos palabras que se llevó el aire, un viento de otoño que nos despeinó las tildes.
- Muérdeme hasta que no haya más silencio.
- Cállame los versos, grítame los besos.
- Habla con mis silencios, no quieren decir tu nombre.
- Mi nombre se deletrea con tus suspiros, se escribe con tu sangre.
- Mi nombre es tu lengua buscando el lugar en mi cuerpo.
- Somos lenguaje corporal escrito sobre sábanas blancas. Nuestro sudor, nuestra tinta.
- Que nunca sea tu lengua muerta.
- Que nos pasemos la noche punto y seguido, punto y seguido, punto y...
- Hasta que el punto se ruborice de ver nuestro final.
- Ese punto se escribirá con tinta roja.
- Escríbeme con saliva, la tinta qué.
- Sea nuestra piel lienzo, sean nuestros dedos pincel. Seamos la ilustración de este cuento sin final.
- Escuece lo no dicho. Se hunden las palabras que son herida. Se agrieta el silencio. Tú. Yo. Solo un hueco sin significado.
- Y se abren las heridas y sangra nuestra musa, que arrinconada maldice nuestras plumas que ya no se dejarán escribir.
- Déjate escribir, no tengas miedo.
- Tengo miedo a perder las letras, que me dejes muda de versos. Que me robes las estrofas en las que me refugio.
- Mis letras y tu desnudez. Tu lengua y mi significado.
- Nos conjugamos en presente perfecto, y futuro incierto. Tu verbo, tu sexo, es imperativo.
- Mi piel sigue erizada por la historia que escribiste en ella.
- Mis dedos se enredan en tu pelo, y trenzan los versos que me cuentas en silencio.
- Haz que tu cuerpo se convierta en todos los significados que no llegamos a entender. Que gima, que grite, se retuerce de placer. En cada letra un nuevo cielo que tocas.
- Y llenaremos el vacío de nuestros folios en blanco con las promesas de nuevas letras entrelazadas, de nuevos cuerpos unidos formando nuevas palabras. Inventemos un nuevo lenguaje con nuestras lenguas anudadas.
- Y hacernos palabra, hacernos silencio que gime en nuestra nuca para recordarnos que no somos, no existimos. Somos uno, somos orgasmo. Grita mi nombre hasta que se quiebren tus labios. Ganas que nos devoran en el desierto. Tu piel arena. Tu mirada la cueva. Desemboco.
- Nos callamos por no molestar a los libros que nos leen desde la estantería, dibujando en sus hojas la pasión de nuestros ojos. Te toco otra vez, me tocas de nuevo, para leer el braille de nuestros poros.
- Te toco. Desemboco. Como lo hiciste con nuestra historia, regaste las páginas muertas de nuestro árbol con insidiosas mentiras que se burlaron de todos los suspiros derramados. Tras la ventana te ríes viendo llegar el fin. Ninguno de los dos se atreve a pasar de página, y nos ahogamos porque lloramos por lo que tenemos y no sabemos contener. Somos fin sin haber comenzado. Y ríes entre lágrimas mientras el sol destroza mi piel.
Julio Muñoz y Ester Sinatxe
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