Tomó el sobre en sus manos, la abrió, y sacó la carta. Sintió el papel entre sus dedos; ese papel que también, un día, fue tocado por las manos de ellos.
Era una hoja desgastada, donde el tiempo y la distancia estaban presentes en cada arruga y pliegue; cada letra guardaba una caricia.
Querida hija,
Nunca olvides serte fiel, cree en ti, y en tus decisiones. Cuando la adversidad se presente en tu vida, recuerda de dónde vienes, regresa a tu hogar recordando tus principios y el amor que siempre se te dio y seguirá dando.
Con esa fuerza en tu mente, lucha contra lo que sea que impida tu camino.
Tus padres que te aman.
Sonrió, guardó de nuevo la carta en el sobre, cerró los ojos, la colocó junto a su corazón, y con esa fortaleza se levantó a perseguir otro sueño.
Ana R.
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