Sufro una crisis de infertilidad, y ya no sé como llamarle a este letargo-mascota. Salir, para poder volver a entrar y me he vuelto a dejar las llaves en una cerradura ajena.
Esta salida está empapda y se resbalan las manos directas a escribirte "rómpeme el corazón desde las piernas" en tu muro, desde el otro lado de la webcam.
Para variar subo a mi espiral, esa que gira desde tu epicentro hacia mis terremotos; me saben a poco todas tus ganas y me encierro entre las palabras que nunca te susurraré. Desde las yemas de mis dedos se escapa otro suspiro que acaba roto y húmedo, tendido sobre unas sábanas que nunca se deshacen.
Espero que este otoño venga cargado de espíritus que nos dejen sus cadenas en algún altar y podamos venerar estas deshoras que nos cuidan el insomnio.
Ester Sinatxe
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