martes, 12 de febrero de 2013

Las líneas de la vida no son como yo pensaba.



Tomo un lápiz para empezar a escribir sobre un viaje ficticio. Trazo la primer línea y veo como ésta se expande no sólo sobre el papel, sino por la palma de mi mano. Recorre todo mi cuerpo hasta terminar en mis pies, de ahí echa raíces. Se extiende lentamente por los tablones de la duela de mi estudio. Se dirige temerosa hacia la salida. Cruza el umbral de la puerta, ahora se encuentra encerrada en el mundo, no en una habitación, no en mi cuerpo y mucho menos no en una hoja de papel. Teniendo tantos caminos decide dividirse. Un laberinto de líneas se forman, recolectando todas las historias de una ciudad, entretejiendo divertidas coincidencias, absurdas casualidades, inimaginables destinos. Inevitablemente es cansado andar sin buscar nada. Camina con pasos lentos desde las marañas que ella misma hizo hasta el umbral que lo conduce de regreso a mi habitación. Las raíces se vuelven una sola línea que se anida en mi mano; me habla de su viaje y lo único que puedo hacer es redactar la historia que decida contarme. Cada línea es una historia. Menudo trabajo el de traducir los relatos de éstas líneas, menudo trabajo el de ser escritor.

Luis Eduardo Becerra Ontiveros
@LuisBecerraO
lifesunplugged

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