De hierro forjado el pequeño pescado no podía nadar. Pasaba
los días muy tristes viendo como todos sus compañeros surcaban las aguas
mientras él tenía que arrastrarse por los suelos. Nunca llegaba a tiempo a
ningún sitio y si quería hacerlo, tenía que salir mucho antes que los demás. Su
mejor amigo, el pez Globo, lo animaba diciéndole que de todos los seres que habitaban
los fondos marinos, él era el más fuerte pero eso no era suficiente para
sacarle una sonrisa. Un día, Globo encontró bajo los restos de un barco hundido
el trozo de cuerda que solucionaría el problema. La ató desde su colita hasta
la de su amigo y así fue como el pescadito de hierro recuperó la alegría
paseando al fin por el mar.
Érika González Leandro
(La Rueca de Aurora)
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