Habría que darle luz
a tus cajones de sombras,
donde guardas las palabras
que ya no escribes ni nombras.
Habría que darle horas
a tus relojes sin tiempo,
donde ocultas el pasado
que ya no ocupo ni intento.
Habría que darle lluvia
a tus cosechas tardías,
donde plantas la memoria
de quien no soy todavía.
Habría que darle magia
a tu antifaz de poeta,
porque no tocas mis noches
con ninguna de tus letras.
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