Saben, después de todo he aprendido que nada es lo que parece
y que para estar feliz muchas veces no necesitas lo que crees necesitar, cosas o personas;
tan solo la presencia; de un conocido, un amigo o incluso alguien que menos lo esperas puede consolar
y casi siempre es el silencio lo que más reconforta.
De palabras se vive, se engaña y se traiciona pero;
compartir un silencio sin que se vuelva incomodo, eso es único y verdadero;
es como un momento robado a la vida.
Al final del día tristes o alegres somos lo mismo,
un recipiente de sueños: rotos, vacíos, cumplidos y por realizar.
Camille
0 comentarios:
Publicar un comentario