Antes de olvidar el nombre de ella lo escribió profundo en la corteza de un árbol, por cada letra, una lágrima que reflejaba su rostro.
El viento hacía crujir las ramas, al compás de su maltratado corazón, deshojándolas sobre su abatido ser.
Algún día dejará de ser, olvidará todo lo que le hizo estremecer, algún día será silencio, el vaivén de la hoja que no llega a caer.
No albergará nombres es sus ojos y dejará de acariciar imposibles; será incógnitas en un futuro sin presente.
Un presente sin ayer, un lugar sin posición, una lágrima sin sentido, un dolor sin razón, una vida olvidada en la corteza de un árbol.
Y llegarán los otoños, disfrazados de tormentas y vendavales, a despojarlo de hojas y ropas. Llegarán en un adiós eterno, sin vida.
Julio Muñoz y Ester Sinatxe.
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