Mi hogar, mi rostro de naipes,
el espacio en mi cuaderno,
las ventanas de mi espejo.
Tan lleno, de las cosas que amo.
de la gente que yo leo,
de las letras que siento y escribo,
también mi casa de silencio.
Mi trinchera, mi guerra y mi patria,
el soldado que se cubre de palabras.
y si algún día la sucumben al infierno,
del infierno yo la saco con más ganas.
Porque fui yo quien diseñó sus rincones más bellos
y también sus laberintos y cartas
y no dudaré en echar por la ventana,
todo dolo y cada palabra con falacia.
Silvia Carbonell L.
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