Todos los días muero en silencio porque te vas, porque no te veo.
Todos los muertos me reciben entre ruido, porque eres estruendo.
Y lloro, y me ahogo, y me despierto.
Las sábanas aún recuerdan tu olor, ondean sus arrugas hacia tu cuerpo.
Las mañanas son oscuras sin tus besos, cálidos, húmedos, llenos de incienso.
Y lloro, y me ahogo, y me despierto.
Porque el porqué eres tú cuando me lamento; entre humo, entre botellas, entre recuerdos.
Porque tú fuiste mi será, mi fuimos, mi seremos; entre risas, entre miradas, entre tequieros.
Y lloro, y me ahogo, y me despierto.
Cuando un sueño es la realidad solo nos queda cerrar los ojos y soñar.
Cuando hiciste de mi mundo la melodía de un piano y solo me quedó escuchar.
Y lloro, y me ahogo, y me despierto.
Deja que la mañana lleve tus restos al fondo de mi cerebro para que vuelvas a los sueños.
Deja que la araña teja un muro lleno de lamentos.
Y lloro, y me ahogo, y me despierto.
Julio Muñoz
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