Abrí el baúl de los recuerdos, mi propia caja de Pandora; se escaparon todos los otoños que guardaba celosamente junto a un corazón remendado; roto y decadente.
El viento de los suspiros escondidos me despeinó la memoria mezclando sombras y arcoíris. Me senté el la alfombra del parque, me subí en los columpios de mi infancia; rotos y decadentes.
La foto de aquella pequeña con esperanzas de convertirse en una mujer, sigue esperando de algún modo, que caiga una oportunidad del cielo. Se siente descolorida: rota y decadente.
Un niña que miraba al futuro tal y como yo miro al camino recorrido, preguntándome si me encontraré algún día. Ahora soy una sombra más en este parque. Un juguete roto y decadente.
Ester Sinatxe.
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