Hoy vuelo, ya no puedo caminar, ya no quiero.
Y tanto vuelo incierto solo tiene un deseo.
Que tus manos sigan apretando las mías.
Que tu cielo, siga abierto.
Que no me cierren las puertas tus ojos,
porque cuando tus pestañas se cierran, tengo miedo.
Tengo miedo del eco.
Del que queda cuando tu voz permanece en silencio.
Que no me cierren las ventanas tus ojos,
aún quiero seguir disfrutando del color de tus cielos.
Porque cuando te miro, ya no miro tus ojos,
solo el sube y baja del rugir de tu pecho.
Me distrae la preocupación y me atrapa este miedo.
Y no quiero que me abrace el silencio,
porque entonces todas las lágrimas me caen de golpe
y en seco.
No quiero, no quiero ser voz que se quiebra
cuando tú estás durmiendo.
Por eso, no me cierres el cielo,
que sin tus ojos buscando los míos yo toco el infierno.
Y no quiero, morder el polvo de cada aguja que se clava en mi pecho
No puedo, porque esta sonrisa cansada es la que esperan tus ojos abiertos.
Te quiero, por favor, no me apagues el cielo.
Silvia Carbonell L.
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