La otra tú en la gasolinera
Los observé a ambos en mi camino a la caja de pago. Para entonces, tu
novio-marido ya casi estaba terminando de cargar gasolina, callado e
inmerso en ese mundo silencioso al que pertenecen muchos hombres como
él. En cambio tú, te volaban las palabras a través de los dedos y se te
salían las emociones por las ventanas del alma. De vuelta a mi coche, tu
mirada y la mía se encontraron por un instante, tú no supiste que ese
hombre que escudriñaba tu cara buscándote pecas o lunares era yo, no
imaginaste que miraba la pantalla de tu celular buscando los rizos
negros de mi avatar y que sonreía para adentro al imaginar todo esto que
ahora te escribo y que por paradoja del tiempo virtual, también ahora
lees.
Yo supe de inmediato que eras tú, por tu sonrisa privada y coqueta, por la forma que estabas conmigo sin importar de quién estuvieras acompañada. Supe que eras tú, porque casi podía estirar mi mano y tocarte desde la pantalla de tu teléfono móvil y sentirte acá en la tibieza de una mano escritora que le decía hola y adiós a la otra tú.
La manguera empezó a transferir la gasolina de un refugio a otro, haciendo que mirara hacia ella. Tu novio regresó a ocupar su lugar tras el volante y encendió la marcha sin voltear a verte siquiera. Arrancó en segundos, pasando lentamente a un lado de mí y pensando quién sabe en qué. Yo, embelesado de nuevo, te observé tecleando y riendo, estabas ahí a solo treinta centímetros de distancia de tu compañero, pero en realidad estabas conmigo, a solo unos miles de kilómetros de distancia y de un “Te Amo” virtual, pero tan real como esas risas tuyas que pude grabarme en la memoria antes de perderte de vista.
La otra tú se marchó; unos momentos después, lo mismo hice yo. Tan pronto se movieron las llantas de mi automóvil empecé a escribirte en mi mente este relato que ahora lees. Ahora yo estoy, a solo unos miles de kilómetros de distancia de ti, leyéndolo también y sonriéndote tal como tú, la verdadera tú, me sonríes de vuelta.
Yo supe de inmediato que eras tú, por tu sonrisa privada y coqueta, por la forma que estabas conmigo sin importar de quién estuvieras acompañada. Supe que eras tú, porque casi podía estirar mi mano y tocarte desde la pantalla de tu teléfono móvil y sentirte acá en la tibieza de una mano escritora que le decía hola y adiós a la otra tú.
La manguera empezó a transferir la gasolina de un refugio a otro, haciendo que mirara hacia ella. Tu novio regresó a ocupar su lugar tras el volante y encendió la marcha sin voltear a verte siquiera. Arrancó en segundos, pasando lentamente a un lado de mí y pensando quién sabe en qué. Yo, embelesado de nuevo, te observé tecleando y riendo, estabas ahí a solo treinta centímetros de distancia de tu compañero, pero en realidad estabas conmigo, a solo unos miles de kilómetros de distancia y de un “Te Amo” virtual, pero tan real como esas risas tuyas que pude grabarme en la memoria antes de perderte de vista.
La otra tú se marchó; unos momentos después, lo mismo hice yo. Tan pronto se movieron las llantas de mi automóvil empecé a escribirte en mi mente este relato que ahora lees. Ahora yo estoy, a solo unos miles de kilómetros de distancia de ti, leyéndolo también y sonriéndote tal como tú, la verdadera tú, me sonríes de vuelta.
Blog: http://arkrenko.com
Tumblr: http://arkrenko.tumblr.com
0 comentarios:
Publicar un comentario