Érase una vez en tu cercano reino
que una dulce princesa intentó pasar.
La dejaste entrar de a poco, con celo,
como si algo malo te fuera a tocar.
Era la princesa también cautelosa,
se brindaba entera casi sin pudor,
pero se escondía al verse en tus miedos.
Era fuerte y frágil, tanto como vos.
La perdiste a veces, la tuviste siempre,
si ella se alejaba, te acercabas vos.
Sin decir te quiero tanto se querían
que a partir de un beso todo comenzó.
Fuiste el rey más tierno que vistió su alcoba.
Fue una noche mágica que la enamoró.
Y después volviste a tu torre de hielo,
y ella por orgullo tampoco lloró.
Te sacó del cuento con una estocada,
no te lo esperabas y eso te dolió.
Volvió a recibirte con brazos abiertos,
pero te asustaste y eso la asustó.
Se miran de lejos desde sus castillos,
los veo mirarse sin poderse hablar.
Yo sé que quisieran bajar las murallas,
pero hay tanto miedo que no hay libertad.
Mientras en el reino va pasando el tiempo
los veo temblando de rabia y pasión.
Cada quien jurando que no pasa nada,
y prometiendo adioses que nadie creyó.
Ojalá algún brujo de magia encantada
le entregue la llave de tu corazón.
Ojalá pudieras matar tus dragones,
y ver que en sus ojos podés verte vos.
Ojalá la historia no esté terminada,
porque faltan letras para algún final.
Siempre me gustaron los cuentos de hadas,
y espero que en este se sepan amar.
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