No sé cuantos berriches le hice a mi madre, tampoco recuerdo la mayoría de los infortunios, preocupaciones, falsas alarmas y "bomberazos" por las que la hice pasar y por las que aún la hago pasar aunque de una manera diferente.
A penas recuerdo algunas travesuras y la forma en como se preocupaba por mi, inclusive las formas en las que me defendía ante los demás niños abusones con sus mamás lambisconas.
Ahora mi madre me atiende menos, y no porque no quiera ella sino porque ya no quiero, tengo esa extraña y estúpida necesidad de individualidad que no la incluye pero que la quiere cerca, según yo estoy creciendo.
Y ahora mi mamá atiende a niños que no tienen madre suficiente, los "poca madre" les digo, niños vagabundos, niños a los que mi mamá les regala un pastel antes que darles dinero, les regala motivos para sonreir y continuar su desdichada jornada, les da un recuerdo grato de una figura materna que padecen.
Mi madre es tanta que me sobra para algunos otros niños.
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