Me descubro desenredando el universo, hilando la luz de las estrellas y trasquilándola de materia oscura para que mis tejidos no se manchen. Tres horas por día son suficientes para tejer con pintura, con luz, dándole música de corazón a cada ave para que vuele con ritmo y nunca caiga a muerte, que viva volando y cantando por las mañanas en universos tejidos en otro tiempo.
Destilando.
Hay que cerrar los ojos, dejar que la ave se invente sola, que se descubra en la luz-hilo y el agua-pintura, que reconozca su lienzo y aproveche sus bordes, que decida sus límites y sus ligerezas, que sea ave que nunca vuelva al suelo si lo quiere o vívora alada.
Las miro sintiéndoles, con el viento que mueven al ocupar otro espacio, cada cual a su ritmo y en su propia pista, no sé que haría de mi mundo si no tuviera estas tres horas.
Traum Huetzi
Entretejo mis sueños con materia del cielo,
me alimento del cosmos y su energía
que permanece viva en todas las cosas.
Y todas las cosas son tocadas por una luz,
que vibra hasta las cuerdas de mi alma,
que no tienen voz, sino secretos.
Fluye la savia a través de mis ojos,
y los manantiales se complementan;
se nutren uno al otro, en la continuidad del rocío.
Existe una Luna de Agua en mi cuarto,
y un intermitente trinar de aves,
que nacen de la ceniza,
y del corazón del Universo.
Claudia Yenisey (Cy)
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