martes, 24 de abril de 2012

¿Quién dice que tengo que saltar?



Se preguntaba el hombre con la mirada perdida y falta de ilusiones, pero al mismo tiempo con la tranquilidad que da el “es poco lo que me importa”.

Sentado balanceaba su peso y jugaba a inclinarse hacia el precipicio, abajo esperaban asustados todos sus pendientes, las crudas realidades y un tanto más horrorizadas sus responsabilidades.

De su bolsa sacó un cigarrillo, fumó mientras pasaba el sol por las nubes, un pájaro que cruzaba el cielo lo miró y pensó; está a punto de ser libre y aun no lo sabe, si tan solo decidiera contemplar el paisaje y dejar de pensar en el salto.

Así transcurrieron dos horas, de pronto, los gritos del abismo comenzaron a ejercer presión, la corbata que portaba se sentía como soga en el cuello, los zapatos como plomo que le impedían levantarse y caminar y el traje como manto fúnebre.

El pájaro que aun merodeaba por los alrededores decidió intervenir, se posó cerca de él y le dijo:

La libertad se disfruta más cuando estás a punto de perderla. Si saltas, vuelves a tu rutina y mueres hoy, mañana o en quince días, no hace la diferencia.

Pero si no lo haces, y olvidas las consecuencias, habrás vivido el equivalente a mil años.

¿Por qué me dices todo esto? Preguntó el hombre sorprendido.

Porque antes de ser pájaro y tener la libertad de volar a donde yo quiera y escoger mi propio nido, fue hombre como tú, le dijo.

El hombre comprendió que no es el salto lo que importa, es la libertad con la que se haga lo que nos da la satisfacción del deber cumplido.


Evelyn Barker
@BlancoAzulada
http://embpoet.tumblr.com/

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