martes, 3 de abril de 2012

Ese, no se llama amor







Ese que rompió mi fe a trozos, que se dijo hombre, que besó mi cuerpo y que hizo alarde de saber cuidarlo. Ese, no se llama amor.


Ese de palabras débiles y volátiles, que llenaba de promesas mis sueños para volverlos pesadillas. Ese, no se llama amor.

Ese que mintió su pena de saber mentirme, que se dijo mío, que tapó mi sueño hasta no dejarle ni siquiera un grito. Ese, no se llama amor.

Ese que en libertad encadena mi voluntad con caricias. Ese, no se llama amor.

Ese que inventó mi llanto a letras, que en cada promesa me robaba el alma, y me fue vaciando hasta dejarme seca. Ese, no se llama amor.

Ese al que le debo mis insomnios y lo paga con silencios, que enciende mis noches y las apaga con lágrimas. Ese, no se llama amor.

Ese que aún me sabe suya, como suyo el tiempo que gastó en dejarme, como suyo el miedo que dejó al marcharse. Ese, no se llama amor.

Ese que me dejó con su aroma en el cuerpo, que se marchó con mi piel todavía húmeda en sus manos. Ese, no se llama amor.

Ese que me no me acaricia más que la tristeza, que no tuvo savia para hacerse árbol, y nubló mi risa de mudo rencor. Ese, no se llama amor.

Ese que me cambió de a poquito, que cambió mi inocencia por malicia, que es fantasma en la obscuridad de mi alma. Ese, no se llama amor.

Ese que tu quieres, ese que yo quise. Ese, no se llama amor. 

Ese que sólo sabe decir adiós. Ese, no se llama amor.


Mariana Aran y Ana Rojas








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