Subí la apuesta a que te bajaba los pantalones y acabé comprándole las pilas a mi premio de consolación. Ganaste la partida haciéndome perder el tiempo, creo que también perdí las bragas...
Buscando las llaves en el fondo del bolso encontré el ticket de tus promesas con la fecha de devolución caducada.
Mira que yo como pago al contado nunca me falta un beso, pero como tú para sumar uno más uno siempre fuiste corto de cambio, nunca logramos cuadrar las cuentas ni los tríángulos amorosos.
Y ahora, todo son números sangrando en mi libreta cuando escribo en este banco del parque, capital de nuestro reino, sin dar crédito alguno a tus palabras.
Es lo malo de no entender de números, acaban jodiéndonos. Un biquiño Ester. - Nanda.
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