martes, 16 de julio de 2013

En solo una noche



La primera vez que la miró a los ojos supo que se casaría con ella; no era la mujer más guapa que había besado ni la más inteligente a la que había escuchado, pero puede que fuera una de las más divertidas.

Pasó toda la noche pendiente de sus convrsaciones, de los gestos de sus manos. Se le dibujaba una sonrisa cada vez que oía el excéntrico timbre de su risa.

Ella, tan vanidosa, sabía que era observada y jugaba con su pelo. A veces le dedicaba algún vistazo de reojo, tan descarado como efímero y subía la voz en todos sus comentarios picantes para asegurarse de que era oída.

Se volvió loco por la reina de la fiesta en menos de dos horas. Memorizaba cada detalle. Sabía que se llamaba Adriana, que tenía 24 años y que había terminado historia; se moría por viajar y conocer mundo; le gustaba el negro para vestir en fiestas y el morado, naranja, verde y demás para su día a día. No era ni la mitad de experta que él en literatura pero conocía de memoria los diálogos de Regreso al Futuro, tenía una sensualidad de lo más cómica… Esta chica era diferente.

Por fin consiguió entablar conversación directa, estaban los dos solos, contándose anecdotas de adolescencia, bebiendo vino. Él se imaginó el resto de su vida a su lado de esa manera. Ella se preguntaba si sus manos sabrían agarrar su cintura como deseaba, como necesitaba.

Sí, había química, él era todo menos aburrido y se sentía cómoda; Pablo hablaba de su viaje en moto por Italia, de la vida, obra y milagros de Woody Allen y de como los ojos de Adriana le habían hechizado.

Cuando despertaron ella también se había enamorado de sus palabras, de su arrogancia, de su experiencia… No estaba acostumbrada a la madurez, a la estabilidad que un hombre así le podía brindar. Él preparó el desayuno y la acercó a su casa donde dió mil vueltas sobre si misma, se sentía invencible, irresistible.

Un par de semanas después descubrió su único defecto: estaba bebiendo vino en otra fiesta, hablaba de viajes en moto, de Woody y de como los ojos de Zoe lo habían hechizado.


Ester Sinatxe.

1 comentarios:

  1. no es mas listo el que mas practica
    si no el que retiene en su mente lo apendido

    ResponderEliminar