Toda esa noche iba vestida de erotismo;
mientras tú venías de la mano con ella,
desvistiéndola con los labios.
Desde entonces la noche se desnuda con solo escuchar tu nombre.
Esperando al pie de alguna ventana para ofrecerte sus brazos.
Y tú llegas como quien llega descalzo; sin hacer ruido.
Tomando su cuerpo,
como se toma la más delicada de las copas y se acerca a los labios.
Bebiendo su piel tan llena de pecas como de estrellas.
Tan llena de cielo,
que es su misma piel la que te lleva a tocar el universo.
Y a la vez la noche, te ofrece su espalda desnuda.
Esa, la oculta;
la que vive de espaldas mientras guarda tu nombre.
Te ofrece sus pechos blancos de luna,
iluminados sensualmente con el contorno redondo de su silueta.
Y los faroles inquietos sonrojados se apagan,
mientras dejan que los amantes llenen el aire de suave viento que susurra,
"Que la bella noche está siendo amada por un hombre".
Silvia Carbonell L.
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