Hoy, después de dos años de ausencia; hoy, después de infinitas letras quemadas por el frío de tu indiferencia; de versos raquíticos que yacen en el cubo de los desperdicios, junto con las cenizas de tus fotografías.
Hoy, después de haber derramado hasta la última gota de agua salada del océano que dentro de mis ojos existía; después de rasgar con mis uñas el pecho, que aprisionado tenía tu recuerdo, dentro de mi corazón.
Hoy, después de haber vendido en rebaja toda la inspiración que por ti guardaba en esta decena de dedos enjutos y desgastados por el humo del tabaco; después de entregarme, como puta, a la mejor postora, pues ni los “ánimo, amigo” de mis allegados lograba mitigar el dolor producido por las llagas que dejaste en mi alma.
Hoy, después de haber jurado no mirar a otra mujer, no besar a otra mujer, no tocar, lamer, escuchar, pensar, imaginar, acariciar, amar… A nadie más que no fueras tú.
Te escribo, hoy, antes de comenzar a llorar tinta y derramarla sobre todas tus cartas, que aún conservo; antes de aprisionar, nuevamente, a mi corazón, dentro de un baúl de cristal, esperando a que alguien, sea quien sea, se apiade y lo tire a la basura, de donde nunca debió salir, pues yo soy incapaz y cobarde, ya que tu recuerdo sigue ahí, muy bien guardado; antes de arrancarme los ojos con la lengua, misma lengua que te hirió tantas veces, mismos ojos que no se opusieron; antes de joder lo que resta de mi miserable existencia, de mi efímero existir; antes de pedirte un último favor… No que vuelvas, no, pues nunca te fuiste; sino que me dejes volver.
K.
Joel Estrada Nava
@JenEnav
http://jenenav.tumblr.com/ y http://jenenav.blogspot.mx/
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