Este rostro que te llueve,
estas lágrimas saladas,
cuando necesitas más;
yo llevo mar a la playa.
Toda esta piel que se hace agua,
no se queda, se derrama.
Nace río, se hace boca;
donde la tuya desemboca
y fluye como cántaro de ganas.
Cuando mi mar se depone
y los barcos ya no allanan,
cuando las caricias secan
yo llevo agua a tu playa.
Y mil rostros tiene el agua,
como rostros tiene el alma
soy la nube que te abraza
con sus lágrimas calladas.
Soy tormenta con el cielo
soy la rosa en la mañana
que cae a gota de rocío
entre el pasto que te abraza.
Soy de tu mil humedades
la que tus labios abrasa,
son tus manos los cortejos
de la blusa con tus ansias.
Soy el charco que se instala
en tus pies por la mañana
soy la gota que se expande
y te entrega sus rubores
en la piel como en la cama.
Soy la playa que te habita,
cuando se encienden tus aguas;
soy marea con tus brazos
y tormenta que te nada.
Soy la nube que te besa,
cuando llueve entre tus aguas,
eres mar y mi tormenta
cuando extraño ser tu calma.
Y la ropa que te quema,
son también mi sed de agua;
aún desierta de poemas,
de tus manos y distancia.
Para eso vuelo letra,
vuelo pluma y vuelo agua;
para llegar a tus ojos
y bajar hasta tus ganas.
y beber de tus entrañas,
como vida bebe el alma;
como el cuerpo las paredes
de mi piel y tus espadas.
Y entregarte así mi piel,
desde la sed hasta las lágrimas.
Desde la humedad que quema,
hasta mi explosión de agua.
Silvia Carbonell L.
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