Él jamás pensó que el amor tocaría a su puerta. Lo tenía todo resuelto: iba a acabar la escuela, conseguiría un trabajo, conocería a una mujer adecuada, se casaría, tendría una brillante carrera, una vida de triunfos y realizaciones. El amor no tenía nada que ver con eso. Nunca se imaginó que el amor iba a tocar a su puerta, mientras dormían juntos en la cama de ella. Su corazón le jugó una mala pasada. Al hombre que nunca se iba a enamorar, le bastó pasar la noche en los brazos de esa mujer encantadora, para perderse irremediablemente. Lo que ignoraba, lo que ignoró siempre, es que tener todo resuelto implica dejar todo sin resolver cuando te enamoras. Él nunca quiso enamorarse. Y cuando le pasó, no supo detenerse: lo dejó todo. Pero él no se dio cuenta de cuánto había dejado, hasta que ella descubrió que no lo amaba.
0 comentarios:
Publicar un comentario