Hay una herida que reclama tu nombre. Este vacío en el que nos enredamos con el dolor y su sombra. Herida impregnada de ti, a la que me aferro para llegar hasta el silencio, para callar contigo, para huír hacia el amor que no se llama fuego si no se enciende. Hay una herida que supura tu nombre, y el mío, y la palabra muerte. Un destino conjugado, hecho cicatriz.
Tanto "Hay","hay","hay", para hablar de heridas, cicatrices y dolores, mejor le hubiese puesto "Ay,una herida". Flojo.
ResponderEliminarGracias por la crítica, Anónimo, y gracias por leernos. Saludos.
ResponderEliminarMe encantó! Recién hoy pude leerlo, bella. Y me encantó! Abrazote
ResponderEliminar¡Qué ferviente inspiración!
ResponderEliminarMe gusta (A mi me parece que el “hay” con h funciona perfectamente. Tenemos el haber, y el sonido de cualquier forma nos remite al “ay” que propone Anónimo. Y de otra forma nos tendríamos que limitar a una acepción).
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