Era
una mañana de esas que brillan en los árboles, que respira con fuerzas, una
como cualquiera; o tal vez no. Ya desde hacía un tiempo ningún día pasaba
desapercibido, tenían algo especial que merecía ser sacado a la luz. Es que me
acompañaba una sensación diferente; y es que después de escuchar su
respiración, no había muchos vacíos en los que yo pudiera habitar.
Después
de compartir el mismo sueño, al tiempo, dormir tenía más sentido y aún después
de escucharle agitarse un poco por mí, gemir tenía su cabida especial. Sin hablar de lo mucho que me gusta ahora
sonreír, porque a él le gusta que lo haga.
Pronto
pude percibir una fragancia, venía de adentro, como lo que estaba sintiendo:
era dulce y ácido. Ese agridulce sutil con momentos tan bonitos que parecían
escritos por un poeta y otros; no tan lindos pero sí necesarios. Era un amor con olor a mandarinas que nos
estaba alegrando los días, y a mí, me estaba haciendo un poquito más especial.
Por
eso las mañanas, aunque fueran unas más, no lo eran; ni las noches, ni las
tardes; ya nada es igual y me gusta. Ya nada es como antes y me gusta.
@Soycatarsis.
Adriana Julio.
http://soycatarsis.tumblr.com/
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