Nos rompemos por dentro solo para comprobar
que aún con los pedazos
somos capaces de construirnos de nuevo.
Permitimos las heridas,
para comprobar que estamos vivos
porque en este mundo de apatía,
el dolor escrito con sangre es lo único que vende.
Y el corazón es el precipicio
que nos abraza al cielo con la fe puesta en el vuelo
o nos arroja en el abismo
de lo más profundo del infierno.
Solo hay que saltar con los brazos dispuestos
sin temer de caer en el vacío del averno.
Entonces nacerán tus alas y extenderán sus plumas
Hasta dejar en tu puño,
la única que será capaz de escribir tu historia.
Silvia Carbonell L.
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