Me gusta bailar desnuda sobre la arena, es un poco incómodo, a veces no cabemos el tiempo, la arena y yo en el viejo reloj.
Cada grano de arena marca de tiempo mi piel. Hace falta espacio, pero no hay tiempo para dejar de danzar.
Mientras la arena se desliza, caen todos mis pecados y con cada paso vuelvo a pecar. ¿Acaso nunca dejará de correr mi tiempo?
"Nunca dejes de caminar tú" me susurra el viento "El tiempo está ocupado atormentando a otros. Baila, peca, no te detengas, cuando mires atrás te arrepentirás de haberte detenido".
No me puedo detener, el baile y yo hicimos un compromiso. Antes de que existiera el tiempo, el pecado y toda esta arena que salió de mi bolsillo.
Desde entonces el baile y mi silueta nos hemos hecho uno. Mis dedos recorren mis contornos al compás de movimientos que hablan con el viento.
El viento canta en lenguas extranjeras que no entiendo pero las siento. El viento despeina mis dudas y alborota mi cordura.
Me recorre toda y juega con mis poros pretendiendo seducirlos. Si lo logra, se eriza la piel y mis pies se esfuerzan en aferrarse a esta arena movediza.
Arena movediza como mis pensamientos, atrapan el tiempo, el viento y mi baile. Ahogan pecados, pendientes y mi amor. Si, aquel que fingí.
Ahogan todo, lo deja en el pasado y quedo yo, aquí, bailando este solo, en este viejo reloj que sigue desgastando piel y recuerdos.
Pero ya no escucho la música, solo la arena caer, ¿será que me estoy quedando sin alma?, ¿será que el reloj cambió de ritmo?.
¿Será que estos granos de arena que quedan tienen algún plan para mi?. No lo sé, pero hasta que el último grano de tiempo se disuelva no parare de bailar.
Evelyn Barker y Ana Rojas
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